Nueva York. Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York y parte de la aristocracia demócrata de este país, quien sólo hace unos meses fue declarado héroe nacional por su manejo de la lucha contra el Covid-19, en la cual se enfrentó e intimidó al entonces presidente Donald Trump, de repente se está convirtiendo en persona non grata y ahora enfrenta la peor crisis de su destacada carrera política, en gran medida por culpa de algo que identificaron los antiguos griegos: el hubris.
Arrogante siempre fue, y no le importaba que lo acusaran de ser bully politico –de hecho, le daba orgullo– hasta que él mismo cayó víctima de su propia vanidad al aparentemente cometer dos pecados: posiblemente engañar al público sobre su manejo tan elogiado de la pandemia y comportamiento abusivo con mujeres en plena era @MeToo.
Hijo mayor de Mario Cuomo, el ex gobernador de Nueva York y estrella nacional del Partido Demócrata, Andrew Cuomo escaló con rapidez los niveles más altos del escenario político nacional, incluso considerado como posible material presidencial.
Por un tiempo casado con Kerry Kennedy, hija de Robert Kennedy y parte de lo más cercano a la realeza política de Estados Unidos, fue secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano en el gobierno de Bill Clinton, y gobernador desde 2011 del estado de Nueva York, así como presidente de la Asociación Nacional de Gobernadores.
Cada vez más aislado
Pero de repente está enfrentando llamados para que renuncie, incluso por sus propios aliados demócratas. Su carrera ahora está en jaque por un par de crisis que aparecieron como relámpagos, y ahora está cada vez más aislado y por primera vez no tiene el control de su destino.
Hace unas pocas semanas, Cuomo fue golpeado con revelaciones de que su gobierno fracasó en reportar miles de muertes por Covid-19 en los asilos para ancianos y poco después autoridades estatales lo reconocieron al agregar más de 3 mil 800 muertes más a su saldo,algo que representa un alza de 40 por ciento de lo antes reportado. Ahora el asunto está bajo investigación por la procuradora general del estado, Letitia James, y además por separado por la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y la fiscalía federal.
Con ello se dañó de inmediato la reputación de Cuomo como un político en control y honesto en su manejo de la crisis de salud, algo que fue elogiado a nivel nacional. Más aún, el New York Times reveló que algunos de sus asesores de mayor rango podrían haber alterado las cifras entregadas por las autoridades de salud pública estatales para minimizar el daño político que esto podría implicar para la imagen de Cuomo.
Lo anterior provoca preguntas no solamente sobre si Cuomo sabía de eso, sino también sobre si lo encubrió. Poco después estalló otra crisis que por el momento es aún más peligrosa para su carrera: tres mujeres presentaron, por separado, quejas de hostigamiento sexual y otros tipos de comportamiento inaceptable por parte del gobernador en años recientes.
La primera, una ex asesora, Lindsey Boylan, acusó a finales de febrero a su ex jefe de varias interacciones incómodas sin consentimiento empezando en 2016, incluyendo un beso no bienvenido en sus oficinas en 2018. Ella dejó su empleo poco después. En días posteriores a esa acusación, otra mujer, Anna Ruch, acusó que se había topado por primera vez con Cuomo en una boda en 2019 y que él la tocó de manera no invitada y le preguntó si la podía besar -peor aún, hay una foto del gobernador con sus manos tocando la cabeza de Ruch en esa fiesta.
A la vez, una tercera mujer, Charlotte Bennett, acusó a su ex jefe Cuomo de acoso sexual quejándose de que le preguntaba sobre su vida sexual y si estaría interesada en sexo con un hombre mayor.
Bennett, quien calificó a Cuomo de “un abusador” clásico, ha llamado a que se sumen otras mujeres que podrían haber sufrido cosas parecidas a manos del gobernador.
Cuomo respondió en público, después de guardar un silencio poco común, el miércoles pasado declarando que “ahora entiendo que actué de una manera que hizo sentir incomóda a la gente… no fue intencional y verdadera y profundamente ofrezco disculpas por ello”.
A la vez, pidió al público esperar las conclusiones de una investigación independiente que realizará un equipo contratado por la procuradora James, la cual podría durar meses, pero que potencialmente podría culminar con la destrucción política de Cuomo, sobre todo si se descubren aun más casos.
De hecho, este sábado otras dos mujeres revelaron interacciones que tacharon de inapropiadas con el gobernador en años recientes, mientras varios ex empleados de Cuomo desde sus tiempos como secretario de Vivienda a tiempos más recientes comentaron a Washington Post que él había creado un ambiente de trabajo “hostil y tóxico”.
Sin intenciones de dimitir
Cuomo aseguró el domingo que no tenía ninguna intención de renunciar, y que hacerlo sería “antidemocrático”. Pero sólo el hecho de que tuvo que decir eso demostró que no ha logrado controlar esta crisis.
Cuomo ahora se encuentra cada vez mas aislado políticamente. El domingo, los dos demócratas de mayor rango en la legislatura estatal le retiraron apoyo, con la lideresa del Senado Andrea Stewart-Cousins convirtiéndose en la primera del partido del gobernador en sugerir que debería de renunciar “por bien del estado”.
Algunos políticos estatales señalan que el poder masivo del gobernador se está desvaneciendo rápido. Indican que la arrogancia, agresividad e intimidación con que ha conquistado el poder ahora resulta en que no necesariamente está encontrando muchos amigos en el momento más vulnerable de su carrera.
Su carrera política, financiada por intereses poderosos incluyendo, por ejemplo, los fondos “buitre” (hedge funds) con los cuales promovió una semiprivatizacion de la educación pública entre otras cosas, mientras consolidó el apoyo de sectores liberales con su legalización exitosa del matrimonio gay y del uso de mariguana para fines medicinales, entre otras cosas, no necesariamente se mantendrá leal ante su derrumbe personal.
Al mismo tiempo, muchos advierten que Cuomo tiene el talento y astucia política para sobrevivir esto y hasta ganar una relección. Pero eso depende mucho de que no se presenten más denuncias sobre su comportamiento con mujeres, o evidencia de que encubrió aspectos de su manejo de la pandemia.