Londres. La familia real y la televisión británica tienen una relación complicada. La segunda ha ayudado a definir la primera. Así, la coronación de la reina Isabel II en 1953 fue el primer espectáculo de Gran Bretaña transmitido de forma masiva. Desde entonces, raras entrevistas han echado un vistazo detrás de las cortinas del palacio a la familia, demasiado humana dentro.
El éxito de Netflix The Crown ha moldeado las opiniones de la monarquía para una nueva generación, aunque de formas que ésta, consciente de la imagen, no puede controlar. “Es una narrativa construida, como cualquier otra historia”, asegura Phil Harrison, autor de The Age of Static: How TV Explains Modern Britain, y ha cambiado a medida que Gran Bretaña se trasladó de una era de deferencia a una de los temas sociales modernos y las redes sociales.
“La realeza, particularmente los más jóvenes, ha pasado del reino del aparato estatal al de la cultura de las celebridades en las últimas décadas”, según Harrison.
Así que la anticipación y la aprehensión están muy por delante de la entrevista de Oprah Winfrey con Enrique y Meghan un año después de que se alejaran de la vida real oficial.
Un clip publicado por CBS antes de la transmisión del domingo muestra a Meghan cuando parece sugerir que la familia real estaba “perpetuando falsedades” sobre ella y Harry.
A continuación, un vistazo a otros momentos importantes de la televisión real y su impacto. La boda de 1981 del príncipe Carlos y Diana Spencer, en la Catedral de San Pablo, fue un espectáculo de cuento de hadas visto por unos 750 millones de personas en todo el mundo, aunque la relación pronto se agrió.
La pareja se separó en 1992 y en 1995 Diana dio una entrevista a la BBC, discutiendo la presión del escrutinio de los medios y la ruptura. “Éramos tres en ese matrimonio”, dijo, refiriéndose a la relación de Charles con Camilla Parker-Bowles.
La conversación provocó una ola de simpatía por Diana, vista por muchos como mujer fallida en un establecimiento real fuera de contacto, patrón que algunos dicen se ha repetido con Meghan.
Los príncipes se divorciaron en 1996 y Diana murió en un accidente automovilístico en París al año siguiente, lo que desencadenó un intenso luto público y un periodo de reflexión para la monarquía, que desde entonces ha tratado de parecer más moderna.
Asimismo, el mayor escándalo que envolvió a la corona en décadas se debe a la amistad entre el segundo hijo de la reina, el príncipe Andrew, y el delincuente convicto Jeffrey Epstein, quien murió en una cárcel de Nueva York en agosto de 2019 mientras esperaba juicio por tráfico sexual.
Después de una entrevista, Andrew anunció que estaba “dando un paso atrás” de sus funciones públicas. No ha regresado.
The Crown es la representación más influyente de la realeza en años. A lo largo de cuatro temporadas que han cubierto el reinado de Isabel hasta la década de los 80, su retrato de una reina obediente, espinoso príncipe Felipe, el príncipe Carlos y el resto del clan ha llevado la telenovela real a una nueva generación.