En México, desde el discurso oficial todavía no se comprenden las demandas de equidad de las mujeres; aún se les niegan sus derechos. Sin embargo, ya no tienen miedo y se encuentran muy enojadas, por eso se debe seguir haciendo comunidad para reconfigurar el sistema patriarcal. Esa fue la conclusión de la mesa Ziuamen: sueños y realidades, mujeres en el arte popular, que se realizó el viernes en vísperas del Día Internacional de la Mujer, que se conmemoró ayer.
Organizada por la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, durante la mesa de diálogo transmitida en la cuenta de Facebook de esa institución participaron Estefanía Veloz, abogada, feminista y activista; Natalia Cruz, cantante de música tradicional del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca; la actriz y cantautora Leticia Servín, y Mónica Mateos-Vega, reportera de La Jornada, con la moderación de Tatiana Maillard.
“Los hombres que se encuentran en el poder están acostumbrados a que no se les incomode, han creado un círculo de personas a su alrededor que no los molesta”, señaló Veloz. “El poder dice: si tengo que poner voces de mujeres, pondré las que me acomoden, las que no me vayan a cuestionar”, consideró.
Para la abogada, no basta con que en México exista un gabinete con paridad de género, pues al final “no se trata de una voz en específico, sino de que esa voz hable por todas las que están abajo, y que represente su verdadero sentir.
“Las voces de las mujeres no son homogéneas, pero sí hay dolores colectivos que se registran a lo largo del país. Son esos dolores que, quienes están cerca de esos hombres poderosos, deberían amplificar.”
El problema, añadió, “ya no es que ni siquiera nos sintamos representadas, sea hombre o mujer, sino que ahora se ha transformado de no querer escuchar, a silenciar voces de mujeres, y ante quien no te quiere escuchar lo que se hace es gritar y hacer mucho más ruido”.
Como creadoras escénicas, Natalia Cruz y Leticia Servín se refirieron a la violencia de género y el machismo que han experimentado como artistas, así como al compromiso que tienen con la sociedad y comunidades originarias para difundir y visibilizar, por medio de su obra, lo que dignifica a la mujer y la cotidianidad que se vive en casa, como acto de resistencia.
Otras cuestiones sobre las que se reflexionó durante el conversatorio fueron la violencia intrafamiliar, la falta de mujeres políticas contemporáneas a las que se pueda reconocer y admirar al mismo nivel de un Benito Juárez, “la masculinización” de las mujeres en el poder, así como la educación que se da a los hijos en el hogar y la responsabilidad del sistema educativo en México, como forma de perpetuar el sistema patriarcal y machista.
Hay que cambiar el discurso oficial que dice dar voz a las que no la tienen, cuestionó Mónica Mateos-Vega, ya que, explicó, “las mujeres nunca han sido invisibles, nunca se han callado, ni han sido mudas.
“Hay que empezar por cambiar esa idea en el discurso oficial, pues no se trata de hacer visibles a las invisibles. Se demanda ser escuchadas, y eso le cuesta mucho trabajo al poder, y si no escucha, en consecuencia, no las entienden.”
Sobre la marcha y manifestaciones que se realizaron para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, las ponentes deploraron la valla de metal que se levantó en el Zócalo capitalino, frente a Palacio Nacional, y la falta de diálogo con el movimiento feminista.