¿Será posible que el presidente de Estados Unidos rompa con los obstáculos que el Partido Republicano insiste en levantar a sus propuestas, incluida la de apoyo económico para que la nación salga de la crisis en la que ese partido la hundió?
Se sabía que los legisladores republicanos harían todo lo posible por obstaculizar las propuestas del presidente Joe Biden, pero el obstruccionismo se transformó en algo grotesco cuando un senador exigió que se leyera en su integridad el documento de más de 600 cuartillas que contiene la propuesta de ley, lo que tomó más de 10 horas.
El método es conocido como filibuster, que no es otra cosa que sabotear una propuesta para alargar su aprobación o evitarla. No es la primera vez que se echa mano de ella, pero en esta ocasión desbordó la imaginación de los más conspicuos legisladores.
La propuesta tuvo, además, que superar la norma que establece que debía ser aprobada por 60 de los 100 senadores que integran el Senado.
En la actualidad, está integrado por 50 demócratas y 50 republicanos, y la única posibilidad de lograr que la propuesta fuera aprobada fue restituir la regla más elemental de la democracia: respetar la decisión de la mayoría 50 más uno.
Lo que sucedió en el Senado tiene como antecedente la necesidad de construir una nación mediante un sistema mixto de representación: diputados, en función de la población de cada estado, y dos senadores por estado, independientemente de su tamaño.
El problema es que esa construcción se ha manifestado en un trato desigual a la hora de aprobar leyes en el Senado, precisamente por la sobrerrepresentación de algunos estados.
Un caso paradigmático es que un estado de 500 mil habitantes tiene el mismo número de senadores que uno de 19.4 millones: Wyoming, el primero, y Nueva York, segundo.
En el Senado, medio centenar de demócratas representan a 40 millones más de estadunidenses que los 50 republicanos.
El efecto práctico de esta desproporción es que una mayoría se ve impedida de aprobar medidas que benefician a la mayoría de quienes integran la nación.
El asunto se refleja también en las nominaciones de los secretarios del gabinete, de funcionarios de varias instancias de gobierno y de los integrantes del sistema judicial.
Una norma que en el pasado tuvo un sentido práctico; en la actualidad, en un país que ha cambiado radicalmente su estructura social, política, económica y poblacional, ya no lo tiene.
Al final, la propuesta que una mayoría simple aprobó en el Senado tiene un efecto que supera con creces el ánimo obstruccionista de una minoría, porque beneficiará a la mayoría de la población: apoyo a los estados y municipios para apertura de escuelas y distribución de la vacuna; pago directo a la mayoría de la población, incremento al seguro de desempleo.
Además del apoyo para quienes están en peligro de perder su vivienda, asistencia al transporte público, fortalecer el seguro de salud, deducción a los impuestos de las familias que perciben ingresos menores, así como el financiamiento para salvar a pequeñas y medianas empresas.
Son sólo algunos de los beneficios directos contenidos en el paquete de casi 2 trillones de dólares que el presidente envió al Congreso para su aprobación.
El proceso concluirá después de que los representantes aprueben las modificaciones que hicieron los senadores y, por fin, que el presidente Joe Biden lo firme.