La crisis pandémica de 2020 tuvo costos sociales y económicos altísimos en México y el mundo. En lo económico el PIB (valor de la producción de bienes y servicios) cayó -8.24% a 23.122 billones de pesos (Gráfico 1). Aun sin 2020, es notorio el crecimiento menguante de la última década (G-2).
El PIB industrial ilustra lo anterior con cada vez menor dinamismo y una caída de 9.99% en 2020 (G-3). La misma tendencia menguante registra el PIB servicios.
Para medir la recuperación en diversos sectores comparamos los índices de volumen físico de la producción dic 2019-dic 2020, con ellos, la actividad industrial cayó -2.1% (G-4), la manufactura creció 2.5 (G-5), y la construcción cayó -11.6 (G-6)
En los servicios, el índice de ingresos dic-dic en el comercio minorista fue -5.9% inferior (G-7); en alojamiento, restaurantes y bares -34.9% (G-8); y en esparcimiento, cultura y deportes -46.3% (G-9).
Sin contar el nefasto 2020 (cuyas expectativas prepandemia eran de crecimiento moderado), lo fundamental es entender que México dejó de crecer cuando adoptó el modelo neoliberal de comercio abierto e invasión transnacional; con ello importaciones libres y una masiva producción/ maquila corporativa absorbieron el mercado y el valor agregado, e inhibieron el potencial de crecimiento y la generación de empleos.
Sin romper de tajo con el modelo, México puede segmentar en tres su economía (la agropecuaria, artesanal y micro; la de empresas pequeñas y medianas nacionales; y la corporativa/trasnacional) con espacios de mercado y tratamientos diferenciados; sólo así el país podrá salir del marasmo económico-social; si no, insistimos, la economía será el talón de Aquiles de la 4T.
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