El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Héctor Vasconcelos, explicó que votó “con la conciencia tranquila” en favor de las recientes reformas a la Ley de la Industria Eléctrica, porque tiene la certeza de que permitirá rescatar la soberanía energética del país, sin que ello vulnere el Acuerdo de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), ni ningún otro tratado internacional.
En entrevista con La Jornada, aludió a su intervención en tribuna, durante la aprobación de las modificaciones a esa ley, la noche del pasado miércoles y expuso que aunque tiene fama de ser demasiado diplomático –es embajador de carrera– lo dejó a un lado y expresó con vehemencia que se trata de la legislación que requiere el país.
En medio de las descalificaciones de la oposición que auguró un severo daño ecológico y económico para el país, el senador reiteró esa noche que “por congruencia” votaría a favor, ya que desde 2008 en que formó parte del Comité de Intelectuales que respaldó a López Obrador, una de las batallas que emprendieron fue para que México mantuviera la rectoría y la propiedad del petróleo y la electricidad.
Él ha defendido ese punto, dijo, “desde fuera y dentro del Senado”, ya que en los sexenios de Calderón y de Peña Nieto participó en mítines, marchas y otras movilizaciones en contra de la llamada reforma energética, que no era más que el empeño por privatizar Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
No olvida, expuso, que estuvo en el plantón de diciembre de 2013, fuera de un Senado cercado por una valla y un asedio policiaco, para poder aprobar, “a base de billetazos”, la reforma constitucional energética. Pasó varios días y noches en la banqueta, en una casita de campaña, donde pese a estar bien abrigado, no pudo escapar del severo frío invernal de las madrugadas y pescó un resfriado que se convirtió en bronquitis y amenazaba con llegar a neumonía.
Se tuvo que retirar, pero volvió a las protestas en 2014, cuando se votaron las leyes secundarias, entre ellas la Ley de la Industria Eléctrica, en la que se incluyeron medidas para favorecer indebidamente a las empresas privadas y continuar con la política de desmantelar a la CFE”.
Por ello, insistió, su voto para modificar esa ley y acabar con subsidios y otros privilegios a las trasnacionales eléctricas “fue perfectamente coherente” con sus convicciones.
En la sesión del miércoles pasado, el senador respondió a la oposición que insistió durante las más de ocho horas del debate en que se vulnera el T-MEC y México será sometido a juicios interminables, que ello es falso. En su intervención, leyó el capítulo 8 de ese tratado, en el que se establece que “México se reserva su derecho soberano de reformar la Constitución y su legislación interna” y tiene el dominio directo y la propiedad inalienable e imprescriptible de todos los hidrocarburos en el subsuelo del territorio nacional.
“Cuando acabé de leer el texto en tribuna, lo mostré y dije: está avalado por los gobiernos de Estados Unidos y Canadá. El tratado está firmado y si alguna empresa estadunidense o canadiense o los gobiernos, tuvieran una objeción, hay que sacar este papelito y decirles, ¡ustedes firmaron esto! y se acabó la controversia”.
Ha recibido comentarios de que ese texto se refiere sólo al petróleo, pero, recalcó, es “evidente” que aunque no haya una mención explícita a la energía eléctrica, incluye al gas y otros elementos para generar electricidad. “Está eso que Montequieu llamaba el espíritu de las leyes”.
El senador de Morena hizo notar asimismo que si alguna empresa eléctrica se siente afectada puede ir al arbitraje que contempla el T-MEC, aunque confió en que no se llegue hasta ahí y los posibles diferendos se solucionen, con una renegociación de los contratos que sea mutuamente conveniente.
Ha hablado, comentó, con embajadores de varias naciones involucradas, que entienden que México tiene derecho a cambiar su legislación y defender su soberanía, como el propio T-MEC estableció.