El tema de las consecuencias nefastas que resultaron de la catástrofe que afectó al estado de Texas y que alcanzó a una parte del norte de México, nos deja reflexiones y varios retos en cuanto a la urgencia de avanzar en la tecnología que afronte ese tipo de calamidades.
Los cambios climáticos, accidentes y diversas irregularidades en los sistemas que nos proveen de energía eléctrica, nos han puesto y nos seguirán poniendo a prueba. No existe tecnología perfecta ante los cambios de temperatura ambiental. Así se ha demostrado en el caso del estado de Texas.
El fenómeno climático en el norte de México y en el sur de Estados Unidos no es solamente una prueba de la fuerza de la naturaleza ni sólo un ejemplo de las deficiencias que pueden presentar, en un momento dado, las energías alternativas. Para Texas fue una dura prueba, no sólo por los estragos, sino también porque es uno de los más ricos en hidrocarburos de ese país.
Su relativa independencia tecnológica de los demás estados vecinos le costó, en esta ocasión, el fallecimiento de personas. La reciente onda fría de temperatura extrema y la afectación a otras fuentes generadoras de electricidad (eólicas, por ejemplo), provocó un fuerte riesgo de seguridad y pérdidas económicas muy grandes. La situación se reflejó en el alza abrupta en los recibos de la luz. Además de que incumplió con el abasto de gas a nuestro país.
Tenemos propuestas y comentarios de compañeros del gremio energético con quienes hemos compartido una larga lucha en favor de la autonomía tecnológica y, especialmente, en la batalla diaria por la soberanía de nuestro país. Todas habrá que revisarlas, aunque en algunos casos no se comparta el punto de vista político acerca de por qué el actual gobierno toma determinadas medidas.
Coincidimos con el colega físico Gastón González Sepúlveda, con la mayor parte del análisis que amablemente nos compartió y que hemos considerado en este artículo. En efecto, la fragilidad que quedó en evidencia acerca de los sistemas con que contamos y con que tenemos que enfrentar cualquier eventualidad climática, es importante tenerla presente y resguardarla.
Un llamado de alerta para nosotros, y lo pudimos ver en corto, es la realidad de lo que significa la dependencia tecnológica y energética y de lo que podemos resolver con nuestros propios medios y recursos, especialmente en una situación de urgencia como ésta.
El evento en cuestión nos ha mostrado, asimismo, que los acuerdos comerciales entre Estados Unidos y México, además de desventajosos para nosotros, son absurdos. Surge la pregunta de nueva cuenta, ¿por qué tenemos que depender de Estados Unidos teniendo nuestros propios medios?
Y también vuelve a surgir la propuesta: utilizar opciones que son de alternancia. En efecto, “la nuclear ha sido y sigue siendo la energía del futuro, con más de 100 años de experiencia, con todos los beneficios que esto implica”. Aunque en realidad es un tipo de recurso ya comprobado, ya no es nuevo ni en nuestro país, puesto que la termoeléctrica Laguna Verde no ha fallado en todos sus años de funcionamiento.
En cuanto a la eólica, sólo recordemos que en el país contamos con una de las zonas más constantes en cuanto a la fuerza del viento, se ha registrado una velocidad de hasta 130 kilómetros por hora. La zona llamada La Ventosa, situada en el Istmo de Tehuantepec, donde colindan los estados de Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Veracruz, tienen a la empresa Iberdrola, básicamente, y a otras explotando este recurso. El beneficio a la población está en entredicho, ya que han sido múltiples las protestas por la instalación del parque eólico, pues también ha sido perjudicial para pobladores de esa área.
La titular de la Secretaría de Energía, durante su comparecencia en el Senado en octubre de 2020, se refirió a la energía nuclear como una de las alternativas que tendrán un desarrollo en el país. Y con la posibilidad de contar con ese recurso que, en principio, favorecerá a la población y, paralelamente, con la posibilidad de autoabastecernos sin vender nuestro patrimonio energético, como lo es el petróleo o el uranio, se darán pasos firmes en la recuperación de la soberanía.
Respecto de otras fuentes de energía, se consideran proyectos que desarrollarán una gama amplia de opciones que cubrirán necesidades actuales y futuras.
La transición en cuanto a energéticos ya se lleva a cabo, lo que falta es que sean energías verdaderamente limpias, bajo una misma dirección gubernamental y con claras ventajas para la población y para la economía del país. De esa forma no nos sorprenderán ni las coincidencias ni las consecuencias. Tenemos recursos propios.