Península de Yucatán. De un lado rugían los aviones, del otro, los camiones de carga. Ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador dio el banderazo de una de sus prioridades: el Tren Maya.
En un terreno pelón a un costado de la carretera, hablaron los responsables de la construcción de la emblemática obra. Unos (los militares) comenzarán en Cancún; los otros (los ingenieros de Germán Larrea) arrancarán en Tulum y ambos se verán las caras en Playa del Carmen.
El tramo a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional será elevado y de doble vía.
Los aviones tronaban detrás de los árboles, imposible verlos con la tupida vegetación. Pero los camiones de volteo eran más que visibles, pues portaban grandes mantas a sus costados y los choferes pasaron una y otra vez e hicieron sonar las potentes bocinas incluso cuando el Presidente hablaba.
Las mantas tenían los logotipos de una decena de organizaciones de transportistas afines al PRI, leyendas de respaldo al mandatario y la 4T, así como dos exigencias: contratación directa de sus servicios y “¡fuera Catem!”
La demanda de los materialistas indica que Pedro Haces, líder de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (Catem) y de un nuevo partido político, y quien gusta ser llamado Don Bull, es uno de los favorecidos con los muy disputados contratos para el transporte de materiales de la monumental obra.
El Presidente bromeó con los bocinazos (“ya te escuchamos”) y siguió hablando del Tren Maya como un acto de justicia para el sureste del país. “El sur también existe y estaba en el abandono”.
López Obrador repartió elogios a los ingenieros militares, al gobernador Carlos Joaquín, a la alcaldesa de Cancún e incluso a la alianza privada (Grupo México y un aliado español) que construirá el tramo que va de Tulum a Playa del Carmen. “Tienen mucha experiencia”.
“¡Los volqueteros queremos trabajar con la 4T!”, gritó una lideresa detrás de la valla, interrumpiendo por unos segundos al Presidente gracias a un megáfono.
Antes que el mandatario un hombre mayor habló de corresponsabilidad, de respeto, de trabajo con las comunidades. A veces firma Xavier y otras Francisco Javier, en ambos casos completa con los apellidos García de Quevedo.
El hombre que presumió el respeto a las comunidades es el vicepresidente de Grupo México que, con una socia española, se hará cargo del tramo Playa del Carmen-Tulum.
Nadie incomodó al segundo de Germán Larrea con ciertos recordatorios. Digamos, por ejemplo, que era el vicepresidente de la división minera del grupo cuando 65 trabajadores quedaron sepultados en la mina de Pasta de Conchos. Nadie le recordó tampoco los 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre que su grupo derramó en el río Sonora.
El tamaño del proyecto –y el lugar que el Presidente le ha dado en su narrativa– bien valen olvidos y sumas. Lo dijo así López Obrador: “Es más que un tren, es un proyecto para el desarrollo de nuestro país”.
Es también un reto en muchos frentes. Ninguno de los oradores aludió los recursos que comunidades y organismos civiles han interpuesto (algunos con cierto éxito).
Pero fuera de los terrenos de la justicia, el Tren Maya tiene otros problemas: el mal tiempo y la pandemia. Ambos ingredientes han hecho más lentas las obras.
Rogelio Jiménez Pons, cabeza de Fonatur, pidió, casi suplicó a los constructores, recuperar el tiempo perdido por las lluvias y la pandemia. “Tenemos el tiempo muy acotado y por eso no podemos fallar”, resumió el Presidente, quien habló de aprovechar la temporada de secas.
Elogios a “empresa recta”
López Obrador intervino en el segundo acto del día, ya en territorio yucateco, en el municipio de Uayma, cercano a Valladolid. El tramo que irá de esa ciudad a Mérida está siendo construido por la empresa ICA.
Su directora, Guadalupe Phillips, fue definida por el Presidente como “una mujer trabajadora, recta, íntegra, un ejemplo de lo que deben ser los responsables de las empresas constructoras”. Ella informó que los 250 kilómetros que le tocaron a ICA han generado 10 mil empleos directos e indirectos.
En ese segundo acto, el mandatario federal agradeció al gobernador de Yucatán, Mauricio Vila, que haya suscrito el acuerdo para elecciones limpias. Y recordó que los comicios están a la vuelta de la esquina.
El acto tuvo lugar en unas carpas colocadas sobre la terracería de la obra. A unos pasos, en la carretera, dos grupos sostenían el ya clásico duelo verbal: “Es un honor…”, gritaban unos. “¡Fuera López!”, replicaron dos decenas de miembros yucatecos de Frena.
Al finalizar el acto, arrancaron los vehículos y las consignas quedaron sepultadas bajo kilos de polvo.