Entre los muchos espacios culturales, bares y restaurantes que aún no han podido abrir debido a la difícil situación económica generada por la pandemia, se encuentra el ultu-bar La Bota, uno de los lugares más queridos de la comunidad cultural. Hace unos días el poeta, editor y copropietario del lugar ha comenzado a difundir el siguiente mensaje: “Necesitaré de tu ayuda para vender mil de mis libros y mil de mis grabados (en $250 pesos cada uno). O bien, de nuestras novedades que se vieron truncas en su difusión el año pasado. Hay decenas de voces en nuestro catálogo. Lo estaremos mostrando en La Bota de jueves a domingo y está disponible en su totalidad en twitter: @mantarrayaed. Con ese dinero podré pagar las deudas que me corresponden y poder soñar con La Bota al menos un año más. Pienso que si resistimos este año, lograremos seguir colándonos por la historia. Hace falta mucho por hacer. Sobre todo ahora. Nunca había yo pedido su apoyo de esta manera, queridos, queridas. Necesito de su apoyo en serio. Para amigos cercanos: se entregará en Hostería La Bota los fines de semana o bien cada 15 días con La Chula. Foro Móvil para tomarnos la foto. Para amigos de muy lejos: lo que adquieras se mandará a los estados por el Servicio Postal Mexicano con el costo del envío a tu cargo y ya depositado. Para mayores informes comunicarse con Patricia Rodríguez de Alcocer en: culturalabota@gmail.com. Se pueden hacer depósitos bancarios a Bancomer, nombre del titular: Antonio Calera Grobet. Cuenta: 1143731987 y CLABE: 012180011437319876. Aún quedan ejemplares de La noche mexicana, de Ferlinghetti
Han transcurrido ya casi 9 años (2012) de la primera reimpresión de La noche mexicana de Lawrence Ferlinghetti, se trata del único título que hasta la fecha se ha publicado en México del último gurú de la Generación beat y fundador de editorial y librería City Lights, quien falleció el pasado 22 de febrero. Fue el editor del emblemático poema Aullido de Allen Ginsberg, quien autorizó a la revista Generación para publicar este recuento de diarios poéticos en 2003 (se publicó con apoyo del INBA). Aún quedan algunos ejemplares que se pueden solicitar por Facebook a la revista Generación. Aquí un fragmento traducido por Francisco Oyarzábal:
Noche de sábado, 15 de Marzo de 1969
Noche bárbara. En una fiesta alguien me pasa una pipa y le doy varias chupadas, casi de inmediato estoy en un mal viaje. Es la primera vez que me sucede con mariguana, recuerdo haberme dicho a mí mismo, le pusieron alguna mierda; pero todos los que estaban a mi alrededor habían fumado de la misma pipa y sin embargo allí estaban, inconscientes, sentados en la penumbra, mirando a las diapositivas a color de Rembrandt a través de un estroboscopio de luz negra, riendo y viajando con las imágenes. Tan sólo luce súper estroboscópico para mí. El tocadiscos toca rock, me siento en un sombrío rincón, todo el cuarto empieza a mecerse con el rock, no sólo a mecerse sino a revolcarse vertiginosamente. Sudo frío, siento las gotas en mi frente helada. La habitación está cerrada por dentro, intento que mi mente siga funcionando, entonces me fragmento por completo. Pierdo el conocimiento dos, acaso tres minutos, entonces regreso, respiro difícilmente, me sacuden y preguntan alarmados, ¿Estoy bien? Digo sí, sí, como si todo fuera normal. Me dan un plato rebosante de espagueti y un vaso con agua. No puedo sostenerlos en mis manos, los pongo sobre una mesa, así no los tiraré, un tipo junto a mí dice; “Olvidó respirar, a veces pasa, ya está bien.” Todos vuelven con Rembrandt y el rock, la mayoría drogados e inconscientes, pero no estoy bien, estoy temblando y cubierto con una transpiración glacial, me siento en la penumbra, intento permanecer consciente, trato de no fragmentarme de nuevo. Calculo si puedo salir del cuarto por aire fresco, temo que si me levanto me desmayaré en el camino. Los Rembrandts pulsan en la oscuridad. ¿Qué sucede? Alguien sube el volumen de la música, quién es alguien, comienzo a sentirme enfermo del estómago y comienzo a sudar de nuevo. Sé que voy a vomitar; pero dónde, debo salir ya, de algún modo salgo, no sé cómo, busco la salida entre los cuerpos esparcidos en el suelo; restos de una orgía vivencial, bloquean la salida. Me encamino al patio, sigo y salgo por la puerta que da a la calle. En cuanto llego a la pared de mármol vomito violentamente, puaf, puaf, puaf, puaf, inclinado contra un muro de piedra, frágil bajo la densa oscuridad…