El rock y el pop fueron los géneros que más sufrieron en 2020, al ir muy de la mano de los conciertos masivos y festivales. Con todo, la creación no se detuvo; y aunque muchos de esos discos venían trabajándose desde antes, la promoción tuvo que pararse en seco. Otros se crearon a partir del encierro y muchas de sus emociones se empataron con lo vivido. Pero sónicamente, lo más claro fue la dispersión. A diferencia de otros años, en que ciertas tendencias predominan, el año en que inició la pandemia se distinguió por la duda y la exploración: músicos buscando salir del confort, aun sobre géneros y sonidos clásicos ya dominados. Así que un poco tarde pero seguro, acá la primera parte de los discos más destacados, a decir de este espacio, de rock y art-pop internacional.
1. Bob Dylan, Rough and Rowdy Ways (Estados Unidos). Tras ocho años sin editar disco, nuestro Nobel de Literatura sigue sonando clásico mas no entelarañado: melancólico pero socarrón, nunca pesimista. Desprolijas guitarras eléctricas, armónicas, acordeones, órganos, refinan su blues-country-góspel entre historias tristes y meditaciones. Rasposo y cínico, cálido y entrañable, su majestad sigue más que vivo (reseña Ruta Sonora: https://bit.ly/38a2GVL).
2. Aksak Maboul, Figures (Bélgica). Con sólo dos discos previos, editados en 1977 y 1980, el combo encabezado por Marc Hollander, reaparece al lado de la suave voz francesa de Véronique Vincent, con un increíble sonido pop-gresivo, retro-futuro, lounge-analógico-psicodélico-coral, como si entre Frank Zappa, Stereo Total y Stereolab tuvieran una hija muy guapa (aunque más bien, el longevo grupo es influencia de los terceros). 22 tracks de fantasía, flotación y gran finura.
3. Fleet Foxes, Shore (EU). Encabezado por Robin Pecknold, bello cuarto disco: progresivos paisajes folk-orquestales, poéticos, nublados, combinan el talante orgánico de su debut homónimo (2008) con la sofisticación instrumental y en arreglos del genial Crack Up (2017). Pianos, guitarras acústicas cíclicas, sutiles metales y corales, con producción vaporosa que contagia paz mientras habla de gratitud, empatía y pérdida (RS: https://bit.ly/3sOsnTF).
4. Fiona Apple, Fletch the Bolt Cutters (EU). Entre el dolor y la ironía, está el quinto plato de esta gran cantautora, pianista y productora. Con su voz única y atemporal, blues-soul-jazzera, frágil e intensa, aquí se le oye menos atormentada y más lúdica/humorosa en expresión, letras y arreglos. Con teclados, percusiones, contrabajo, coros, juegos guturales, fraseos agitados, ritmos intrincados, derrocha creatividad, gozo y honestidad. No le llega a sus dos discos previos, pero sigue en un lugar alto y brillante (RS: https://bit.ly/2PvJaMR).
5. Deerhoof, Future Teenage Cave Artists (EU) y The Homesick, The Big Exercise (Holanda). Porque el prog-rock también puede ser suave: el primer grupo, genial y prolífico, vuelve en disco 18 con su singular pop-gresivo, igual virtuoso que juguetón, alcanzando refinamiento sin abandonar rugosidad y crudeza, mientras reflexiona sobre el colapso social. El segundo, trío reciente, envuelve su indie rock con toques de post-punk motórico en el ritmo en espiral y de neo-psicodelia en los coros y ecos, generando soleados paisajes prog-acústicos.
6. Paul McCartney, McCartney III (Inglaterra). Creado desde el confinamiento, esta secuela a sus discos I y II (1970 y 1980) apareció como sorpresa pre-navideña con más interés personal y experimental (dentro de sus parámetros) que comercial. Toca todos los instrumentos, canta y produce. Íntimo, austero, ecléctico, llama a buscar lo sustancial en medio de la tristeza, sin ser cursi. Alegre y melódico, todavía creativo, nos lleva de la mano por los asombros que aún vive a sus 78 años. Fresco, ligero, contemporáneo (RS: https://bit.ly/3bgJuHO).
7. Fontaines DC, A Hero’s Death (Irlanda) e Idles, Ultra Mono (Inglaterra). Dos que hicieron visible al brit-neo-punk. Los primeros, hermanos tardíos del post-punk oscuro/elegante de armonías abatidas, paredes de distorsión, trance esférico, tambores batientes, shoegaze y letras poético-pesimistas, hechizan adictivamente. Los segundos, llenos de rabia y crítica social, heredan del punk destrucción e insumisión, mas no los riffs de antaño: disonancias y ataques monotonales, anárquicos pero armónicos, con bajos poderosos y liras deslavadas (RS: https://bit.ly/30eGSEc y https://bit.ly/3sUT1uf).
8. Nadine Shah, Kitchen Sink (Inglaterra). De ascendencia pakistaní, envuelta en exóticos metales de misma procedencia, inspirada en Nick Cave y PJ Harvey, en cuarto disco esta cantautora de voz grave y lánguida, ánimo salvaje y abandonado, sobresale con un pop oscuro de guitarras turbias, percusiones letárgicas y crítica al sexismo.
Twitter: patipenaloza