El Senado de la República aprobó la iniciativa presidencial para reformar la Ley de la Industria Eléctrica, cuyo objetivo es retomar la soberanía energética, fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y darle el lugar preponderante que le corresponde como empresa pública del Estado. Solo falta que el jefe del Ejecutivo la promulgue, de tal suerte que la nación reasume la planeación y el control del sistema eléctrico nacional, de acuerdo con el mandato constitucional, el cual violaron los gobiernos neoliberales.
De nada sirvieron los intentos de la oposición –utilizó la misma táctica fallida que en San Lázaro– para frenar la aprobación de la citada reforma. En su calidad de cabilderos de los inversionistas privados, los prianistas y sus rémoras se desgañitaron alegando cualquier cantidad de lugares comunes que sólo revelaron, por si fuera necesario, de qué lado están y qué intereses representan.
A la hora del debate, que se prolongó por más de cuatro horas, muchas fueron las barrabasadas dichas por los oradores prianistas, pero entre ellas destacó el discurso (de toda la oposición) en defensa de lo que denominaron “libre competencia” en el mercado eléctrico, la cual, según ella, desaparecería del mapa tras la aprobación de la iniciativa presidencial. Duro que te dale con la “libre competencia”, como si en realidad ese fuera el objetivo de la “reforma” peñanietista que tanto aplaudieron.
Pero ¿qué entienden por “libre competencia”? ¿Que el gobierno de Peña Nieto firmara con el capital privado contratos leoninos (te hablan Enrique Ochoa Reza) en detrimento de las finanzas de la Comisión Federal de Electricidad y, por lo mismo, de las nacionales? ¿Qué los inversionistas obtengan multimillonarios subsidios del erario? ¿Qué las finanzas de la empresa productiva del Estado mengüen por la pesadísima carga heredada y que se retirara del mercado para dar espacio a los consorcios privados? ¿Pagar sobreprecios para beneficiar a los particulares?
Pues bien, hay que recordar la información recientemente divulgada por funcionarios de la CFE: “de mantenerse el esquema vigente de contratos con los productores independientes de energía (privados), el daño a la nación se calcula en 412 mil millones de pesos por subsidios, riesgos cambiarios e inflación, bajo despacho y tarifas crecientes. Sólo por subsidios a los PIE se erogan 249 mil 606 millones, y de este monto 56 mil 175 millones corresponden exclusivamente a la trasnacional Iberdrola por la operación del parque eólico La Venta, en Oaxaca; un pequeño grupo de particulares se han hecho inmensamente ricos con los contratos obtenidos al amparo de la reforma energética del sexenio pasado; Iberdrola comete fraudes de tipo, no paga el uso de la red y obtiene contratos mediante empresas fantasmas; si se aprueba la reforma del presidente López Obrador se acabarán los subsidios a un grupúsculo de hampones y las tarifas podrían bajar hasta 20-30 por ciento, en beneficio del pueblo mexicano”.
Como lo detalló el presidente López Obrador, el mercado eléctrico en el país “está muy concentrado: básicamente son Iberdrola y 10 empresas más. No estamos en contra de los empresarios, estamos en contra de la corrupción. Se pueden seguir haciendo negocios con legalidad, sin sobornos y con ganancias razonables. ¿Por qué, si en España tienes un margen de utilidad del 15 por ciento, aquí va a ser de 150 por ciento?; se ha hecho un cálculo general de que la CFE ha pagado como 300 mil millones de pesos de más por esos contratos. Es injusto que una gran corporación no pague la luz igual que como la paga un consumidor de clase media, proporcionalmente hablando”.
Entonces, ¿esa es la “libre competencia” que histéricamente defienden los prianistas y sus rémoras?
Las rebanadas del pastel
El atraco en el sector eléctrico se repite en prácticamente todos lados, sobornos de por medio. Por contratos leoninos firmados en el sexenio pasado, Pemex subsidiaba a las empresas privadas. Un caso concreto es Odebrecht: 13 mil 750 millones de pesos salieron de las arcas de esta empresa productiva del Estado para “atender” al consorcio brasileño. Pero se acabó: López obrador anunció ayer que se cancelan las multimillonarias prebendas obtenidas gracias a la “reforma” energética de Peña Nieto.