Consecuencia de la actual pandemia, las prácticas del cine y la industria cinematográfica han sido profundamente afectadas. Académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicaron desde distintos enfoques el estado en que se encuentran las producciones, las salas de cine y los consumidores de películas en el país.
Francisco Peredo Castro, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, denominó “ruptura de cadenas de valor económico, social, cultural y educacional”, a las diversas crisis que enfrenta un medio como el cine.
Violeta Rodríguez del Villar, integrante del Instituto de Investigaciones Económicas, analizó datos de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine) en torno a las afectaciones a la taquilla a partir de las medidas preventivas impuestas en marzo del año pasado.
La investigadora reconoció que la caída de ingresos de 95 por ciento entre marzo y diciembre de 2020 es “una situación inédita para la industria”. Agregó que, además de la crisis sanitaria, la baja asistencia a las salas es consecuencia de la crisis económica derivada de la pandemia.
A pesar de la circunstancia que enfrenta el cine, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, permaneció como la actividad cultural a la que más personas asistieron el año pasado. La académica apuntó razones como el costo de los boletos, el tiempo invertido, la cercanía del domicilio y el conocimiento de la programación a partir de publicidad.
Peredo Castro coincidió con la investigadora. Aunque “la pandemia está afectando la economía de la familia, hay prioridades distintas”, dijo el académico. También habló del cine como medio del que dependen múltiples prácticas culturales.
“Es un vehículo privilegiado para la construcción de representaciones que a veces también incide en la construcción de prejuicios, distorsiones, miradas sesgadas; sin embargo, tiene la característica de que puede servir para una cuestión o para la otra”, explicó el investigador universitario.
Rodajes retrasados
Peredo Castro mencionó cuatro acepciones de este arte: vehículo para la representación de realidades, medio de expresión artística, de goce para sus consumidores y documento histórico. El investigador lamentó que los daños al sector también estén interrumpiendo “procesos de socialización y culturalización” que ocurren en comunidades formadas a partir de la cinefilia.
A su vez, Rigoberto Castañeda, cineasta y también académico de la UNAM, habló de las dificultades que ha enfrentado la industria independiente para llevar a cabo nuevas producciones, las cuales van desde adquirir equipos desinfectantes (caretas, mascarillas y alcohol en gel) hasta la contratación de especialistas y seguros que protejan a los colaboradores en caso de contagio.
Él mismo ha tenido que retrasar el rodaje de una película debido a las limitaciones presupuestales que ya enfrentaba antes de la pandemia.
Castañeda también señaló que sólo las grandes cadenas productoras han podido seguir funcionando en la actualidad, y aunque criticó “la hegemonía narrativa”, también reconoció que ha sido gracias a esas empresas que muchos profesionales han podido seguir desempeñando su labor.
Los académicos reconocieron que salas de cine, producciones y prácticas sociales tendrán que adecuarse y trabajar en formas de recuperar las múltiples cadenas que han sido afectadas por las crisis sanitaria y económica.