En septiembre, en las áridas colinas del norte de Nevada, la planta alforfón de Tiehm –un grupo de flores que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta y cuando florece se asemeja a los llamados dientes de león– murió misteriosamente de la noche a la mañana.
Los conservacionistas sospechan de Ioneer, una empresa australiana que quiere extraer el litio que se encuentra bajo las flores para usarlo en las baterías de los vehículos eléctricos. La firma niega haber dañado las flores.
El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos ha formulado la teoría de que ardillas sedientas pueden haber roído las raíces de más de 17 mil flores en busca de agua en medio de una sequía en el estado.
El Centro para la Diversidad Biológica, que se opone a la mina, dijo que había pruebas de que los humanos destruyeron las flores. “La naturaleza selectiva de los daños, combinada con la ausencia de heces, huellas de patas, pezuñas u otras evidencias de vida silvestre sugieren la participación humana”, aseguró el grupo en una presentación judicial.
El Servicio de Pesca y Vida Silvestre tiene previsto pronunciarse este verano sobre si la flor es una especie en peligro de extinción, una designación que impediría el desarrollo de la tierra que Ioneer está intentando explotar.
La empresa ha contratado a científicos para trasladar las flores a un nuevo emplazamiento, aunque no está claro si ese proceso tendrá éxito. “Podemos extraer este litio y también salvar esta flor”, dijo James Calaway, presidente de Ioneer.
Triplicarán la reserva de tierras
Por otra parte, el Departamento de Vida Silvestre teme que las minas de litio proyectadas por Ioneer y Lithium Americas perjudiquen los hábitats de las truchas, los ciervos y los berrendos. La mina de Lithium Americas recibió la aprobación federal el mes pasado, pero los ganaderos han demandado al gobierno de Estados Unidos para revertir esa decisión.
“La energía renovable y los autos eléctricos no son ecológicos si destruyen un hábitat importante y provocan la extinción de la fauna”, aseguró Kelly Fuller, del Western Watersheds Project, que se opone al proyecto de Lithium Americas.
Para complacer a los conservacionistas, el presidente Joe Biden se ha comprometido a reservar al menos 30 por ciento de las tierras federales y las zonas costeras de Estados Unidos para su conservación, el triple de los niveles actuales.
Pero ese objetivo podría entrar en conflicto con sus promesas de acelerar la electrificación de los vehículos y reducir la dependencia del país de China en cuanto a tierras raras, litio y otros minerales necesarios para las baterías de los vehículos eléctricos.
Dos fuentes familiarizadas con las deliberaciones de la Casa Blanca sobre minería informaron a Reuters que Biden planea permitir que las minas que producen metales para vehículos eléctricos se desarrollen bajo las normas ambientales existentes, en lugar de enfrentarse a un proceso más estricto que se aplicaría a la minería de otros materiales, como el carbón.
Biden está abierto a permitir más minas en terrenos federales, dijeron las fuentes, pero no dará a la industria carta blanca para excavar en todas partes. Eso significará probablemente la aprobación de minas de tierras raras y litio, aunque ciertos proyectos de cobre –incluyendo una mina de cobre propuesta en Arizona por Río Tinto y a la que se oponen indígenas– probablemente se enfrentarán a un escrutinio mayor, señalaron.
Se espera que la demanda por los metales usados en las baterías de los vehículos eléctricos aumente considerablemente a medida que los fabricantes de automóviles, como Tesla, BMW y General Motors expandan la producción de vehículos eléctricos. California, el mayor mercado de autos de Estados Unidos, pretende prohibir por completo los motores que funcionan con combustibles fósiles para 2035.
Biden ha prometido convertir toda la flota gubernamental de Estados Unidos –unos 640 mil vehículos– en vehículos eléctricos.
Según Benchmark Minerals Intelligence, el plan podría multiplicar por 12 la producción de litio en Estados Unidos para 2030, así como aumentar la producción de cobre, níquel y cobalto. Los terrenos federales están repletos de muchos de estos metales EV, según el Servicio Geológico de Estados Unidos.
“No hay forma de que se produzcan suficientes materias primas ahora mismo para empezar a sustituir millones de automotores que funcionan con gasolina por vehículos eléctricos”, comentó Lewis Black, director general de Almonty Industries, que extrae tungsteno en Portugal y Corea del Sur.
A pesar de esa escasez, las minas propuestas en Estados Unidos por Río Tinto, BHP Group, Antofagasta, Lithium Americas, Glencore y otras están suscitando una fuerte oposición de grupos conservacionistas. Los proyectos suministrarían suficiente litio para más de 5 millones de baterías y suficiente cobre para más de 10 mil vehículos eléctricos por año.
Las empresas mineras insisten en que las tierras federales pueden seguir estando protegidas mientras Estados Unidos aumenta la producción de los minerales necesarios para acelerar la transición a vehículos eléctricos.