Acaxochitlán, Hgo., El confinamiento de la comunidad indígena de Zacacautla por la pandemia de Covid-19, entre abril y julio de 2020, ocasionó que la tala clandestina se intensificara en la zona boscosa, la cual ha devastado 50 de las 55 hectáreas de bosque y que a la fecha continúa, acusaron activistas.
Tras percatarse de la gran cantidad de vehículos cargados con madera que salían del bosque, los pobladores decidieron poner fin a la tala, con la creación de un Comité de Limpieza y Reforestación, en el cual integraron a taladores.
Sin embargo, en meses recientes, los taladores ilegales al servicio de la familia Canales Templos reiniciaron la devastación de los predios El Salto y Ojo de Agua, denunciaron ambientalistas.
La agrupación Kuautlali, AC publicó en su cuenta de Facebook que “todos los días pasan por lo menos tres camionetas cargadas de árboles” cortados de manera ilegal. Además, “las autoridades siguen omisas y cómplices. De nada sirve denunciar, el ecocidio continúa”, expuso la organización.
Filiberta Nevado, protectora del bosque de Zacacautla, detalló que el ecocidio comenzó en 2020 por parte de la referida familia, junto con taladores armados llamados Los Negros, quienes además de cortar árboles, amenazan y agreden a quienes se oponen a la tala.
También los han apoyado personas del Barrio Tecorral y del Barrio San Javier, quienes han devastado 50 de las 55 hectáreas del bosque de árboles de sabino, pino, encino, ocote, oyamel y otros. “El bosque está apuntó de desaparecer”, advirtió.
Relató que a causa de la pandemia la tala clandestina se intensificó, pues los taladores aprovecharon la cuarentana para derribar más árboles; la conformación del comité los trató de detener; “pero al final todo ha sido una farsa”, expresó.
En julio de 2020, precisó, “cuando se integró el comité, el pueblo firmó un acta en la cual nos comprometíamos a limpiar, reforestar y cuidar el monte, pero no lo hicimos porque la devastación del bosque continuó; salvo algunos, muy pocos que alzamos la voz, y a quienes nos califican de locos, el pueblo se quedó omiso, calladito”.
Al final, dijo, “el Comité de Limpieza y Reforestación desapareció a fines de octubre de 2020 y nunca más se hizo nada para frenar la incesante circulación de camionetas cargadas con troncos”, añadió.
El comité pretendía limpiar y reforestar 55 hectáreas de bosque devastadas. A la comunidad le correspondía reforestar 40 por ciento y a la familia Canales Templos, 60 por ciento; pero los Canales Templos aprovecharon esas labores para talar un paraje donde vive una gran cantidad de armadillos, los cuales están a punto de quedarse sin hábitat, lamentó la activista.