Zacatecas. En un estado donde ya no crece la población de 20 de los 58 municipios, en la entidad de los pueblos fantasma y las escuelas vacías, el presidente Andrés Manuel López Obrador evocó el Programa Bracero, gracias al cual, entre 1942 y 1964 miles de trabajadores mexicanos fueron a trabajar a los campos de Estados Unidos.
Lo hizo para argumentar un punto: el lunes, en la videollamada con su homólogo estadunidense Joe Biden planteará el tema migratorio en este tono: “Es, a ver, ustedes van a necesitar para crecer, para producir, trabajadores mexicanos y centroamericanos, vamos ordenando mejor el flujo migratorio, legalizándolo para darle garantía a los trabajadores, que no arriesguen su vida, que se protegen los derechos humanos”.
Al evocar al Programa Bracero –que mantiene aún deudas con sobrevivientes y familiares- el presidente aseguró que “ahora es algo parecido… si no tiene mano de obra mexicana, ¿cómo se garantiza el incremento de la producción de Estados Unidos”.
El lunes sabremos si hay alguna novedad en el planteamiento presidencial, más allá de la migración segura y ordenada que está en la agenda binacional hace muchos ayeres.
Por lo pronto, el presidente siguió en su gira de tres días por Zacatecas donde, además de evaluar avances de sus programas estelares, lanzó repetidos elogios a los migrantes “héroes”, dijo, que el año pasado mandaron más de 40 mil millones de dólares, que mantienen a 10 millones de familias que reciben 350 mensuales dólares en promedio y son ya el primer ingreso del país.
El presidente adelantó la propuesta que le hará a Biden en un evento donde también evaluó el programa de precios de garantía. Ignacio Ovalle, director de Segalmex (Seguridad Alimentaria Mexicana), expuso de manera didáctica los avances y logros: cuánto se ha acopiado de maíz, frijol, leche, y cuántos agricultores han resultado beneficiados.
Ovalle presumió que el organismo que dirige se mudó a Zacatecas, cumpliendo la promesa descentralizadora del presidente López Obrador (no se mira que los titulares de otras dependencias tengan el mismo afán).
El veterano funcionario (tiene 75 años y el presidente le llama familiarmente Nacho), dijo que este año aspiran a tener 514 centros de acopio (bodegas de todos los tamaños), aunque detendrán labores durante la época electoral: “Es un programa muy limpio y no queremos que se vea manchado”.
Tras evaluar el programa de precios de garantía, en el municipio de Morelos, el presidente se dirigió a Fresnillo, la tierra de su acompañante en esta gira, el senador Ricardo Monreal. En varios actos de esta gira, el presidente fue pródigo en elogios al zacatecano.
Hace unos días, el gobernador Alejandro Tello clamó ayuda del gobierno federal.
“Ya competimos con Guanajuato”, dijo un colega local, en referencia a la epidemia de homicidios que provoca la guerra “de Jalisco contra Sinaloa”.
“Nuestro estado vive una situación muy compleja”, soltó el eufemismo el gobernador Tello, al admitir, de nuevo, que su gobierno carece de fuerza para enfrentar a las bandas criminales. “Se asentaron en Fresnillo”, dijo, frente al fresnillense Monreal.
“Estoy muy conciente de que Zacatecas está pasando una mala temporada, por eso vine”, dijo López Obrador.
El gobernador Tello vivirá ya poco de esa “mala temporada” porque se va en seis meses. Y su reemplazante será, a menos que una catástrofe suceda, David Monreal, seguro candidato de Morena a la gubernatura y hermano del invitado de honor a esta gira.
La última esperanza
La pandemia ha impuesto nuevas reglas a las giras presidenciales. Es un tanto extraño no ver a López Obrador de paseíllo hacia el micrófono, rodeado de manos que quieren tocarlo o entregarle un pedazo de papel, la última esperanza del de abajo en un país presidencialista.
Las hijas de Hilario Ortiz García, un carnicero jerezano secuestrado hace unos meses, por ejemplo, se plantaron a esperar al presidente en Jerez de García Salinas (nadie menciona a este personaje porque para todos los oradores es “la tierra del poeta López Velarde”).
Una de ellas subió a una camioneta de Presidencia. “Nos dijeron que podríamos hablar con él”, dijo otra hermana, bebé en brazos y cartulina de súplica en mano.
La gente quedó afuera y el evento, como los demás, se realizó solo con la presencia de funcionarios de alto nivel, personal de seguridad, reporteros y, en este caso, varias decenas de los mil 500 elementos que la Guardia Nacional tiene en Zacatecas.
López Obrador prometió enviar más elementos, incluyendo soldados y marinos.
Afuera, en la desviación del camino, esperaban para despedirlo trabajadores de un hospital (administrativos) que se dicen discriminados porque no está considerados para vacunas contra el Covid-19, candidatos de Morena con sus porras, maestros jubilados que rechazan que sus pensiones se calculen en UMA, beneficiarios de programas sociales y un hombre que aprovechó el público para mostrar sus habilidades: andar en bicicleta con una caguama en la cabeza.