Pocas veces ha quedado tan expuesto Andrés Manuel López Obrador ante un problema o proceso político y social como sucedió ayer, al reconocer que no sabía, hasta cinco días atrás, el significado de la lucha feminista contra el pacto patriarcal.
Cierto es que nadie está obligado a saberlo todo, pero aun cuando su propia esposa recientemente le habría puesto al tanto de lo esencial respecto a ese pacto, el Presidente de México se dejó llevar por una extraña propensión descalificatoria del feminismo y sus proclamas y prefirió de manera pragmática mantener la línea de fuego para salvar lo que realmente le interesa, el terreno electoral guerrerense, con embate abierto a quienes se oponen a la candidatura a gobernador de Félix Salgado Macedonio, acusado de violaciones sexuales.
En su conferencia mañanera de prensa, López Obrador utilizó palabras y frases avivadoras de la gran polémica en curso: “la simulación sobre el feminismo”, dijo, por ejemplo. “Rompe el pacto, rompe el pacto”, ha escuchado que le exhortan, y así respondió: “pues ya lo estoy rompiendo: el llamado Pacto por México, que no fue más que pacto contra México; o el pacto del silencio que establecieron los que reprimieron y desaparecieron a los jóvenes de Ayotzinapa, pacto de silencio; pero el otro pacto no”.
Discutibles tales rupturas, a juicio de esta columna: el pacto de silencio sobre Ayotzinapa no se ha roto y el propio AMLO lo reconoció horas antes en Iguala, y sobre el Pacto por México, debería analizarse con frialdad cuánto realmente se ha deshecho y cómo se mantienen incrustados en el nuevo poder sexenal algunas de las prácticas y personajes de aquella etapa del pactismo peñista. Y, bueno, claro está que ningún feminismo se refiere específicamente al Pacto por México o al pacto de silencio sobre Ayotzinapa cuando se habla de romper el pacto patriarcal.
Agregó AMLO un párrafo con tufo a un pasado muy acre, a las arengas que políticos derechistas soltaban contra las “doctrinas” llegadas del extranjero, “repudiables” por ir en contra de la “idiosincrasia” nacional (los rasgos, temperamento, carácter, distintivos y propios de un individuo o de una colectividad): “... son expresiones exportadas… importadas, expresiones importadas. O sea, copias. ¿Qué tenemos nosotros que ver con eso, si nosotros somos respetuosos de las mujeres, de todos los seres humanos? Pero también en eso se monta el conservadurismo”.
El presidente de la República debe actualizar su pensamiento y acción respecto a un movimiento que está adscrito de manera natural a la izquierda, no necesariamente a la electoral, no a Morena, pero sí a movilizaciones, protestas y pensamiento progresista en todo el mundo. Descalificar el feminismo y seguir ignorando lo que significa esta lucha es un acto de poder abiertamente conservador, retardatario. Ojalá pronto rectifique el Presidente de México.
Astillas
El gobernador priísta de Tlaxcala, Marco Mena, de carrera política local y casi inexistente presencia mediática nacional, fue recibido en privado por el presidente López Obrador en Palacio Nacional (de lo cual se dio cuenta en texto y fotografía oficiales) porque, a diferencia de los demás mandatarios estatales no obradoristas, el tlaxcalteca dijo sumarse a un acuerdo democrático que propuso AMLO… Josefa González-Blanco Ortiz-Mena dejó la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales en mayo de 2019, luego de que se conoció que había hecho demorar un vuelo comercial durante 38 minutos para que ella llegara a tomar el avión. Ofreció, en desagravio, su renuncia, la cual aceptó el Presidente de la República, que ahora la ha propuesto para ser embajadora de México en Reino Unido. Hija del connotado ex priísta Patrocinio González Blanco (gobernador de Chiapas, entre otros cargos, que renunció al PRI hace unas semanas), ecologista y abogada, regresará (si el Senado lo aprueba) a tierras británicas, donde años atrás pasó temporadas familiares…¡Hasta el próximo lunes!
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