Si has reconocido este lema, seguro eres ¡normalista!
La Benemérita Escuela Nacional de Maestros (BENM) se fundó el 24 de febrero de 1887. Por 134 años ha formado docentes con la gran responsabilidad de divulgar el conocimiento entre la niñez mexicana.
La arenga ¡Lux, pax, vis! distingue a las generaciones que egresamos de la “Normal”, como se le conoce popularmente. ¡Luz en el alma, paz en el corazón y fuerza en la voluntad!
Durante la época estudiantil solíamos transitar por todos los rincones del inmenso plantel. Al salir de la estación del Metro Normal nos recibía la imponente fachada de la escuela que traspasábamos a toda prisa para llegar a los edificios que albergaban los salones de clase. Veinte grupos matutinos y 20 vespertinos por grado conformaban cada generación de estudiantes.
Recuerdo a muchas de las alumnas, con el uniforme reglamentario, correr con el morral o la mochila en un brazo, mientras en el otro colgaba la bata de laboratorio o la falda para la clase de baile. El material didáctico no podía faltar, todo el alumnado lo llevaba cuidadosamente resguardado, porque era la base de nuestras prácticas profesionales que, en ocasiones, realizábamos en las escuelas primarias anexas a la propia normal.
Los amplios jardines eran punto de encuentro. Especialmente bajo la sombra del frondoso ahuehuete cercano a la dirección. En ese lugar platicábamos o cantábamos, pues las guitarras nunca faltaban a la cita, como tampoco las voces del grupo coral o la sonoridad que a cada interpretación le sumaban quienes integraban el famoso Club de Campanas.
El paso obligado entre las aulas, las primarias anexas o las áreas de taller y deportivas eran los frontispicios. Paredes de grandes dimensiones donde yace la obra de Luis Ortiz Monasterio, que retrata en cantera sucesos significativos que dejaron huella en el mundo e imágenes de la historia nacional que dieron vida, identidad y significado a nuestra patria.
Especialmente destacan aspectos simbólicos del plantel: el binomio docente-alumno, las imágenes de la clase obrera y campesina que nos recuerdan que la educación no es un privilegio, sino una obligación del Estado que debe contribuir, entre otras cosas, a acortar la brecha de la desigualdad.
El diseño arquitectónico del plantel, a cargo de Mario Pani Darqui, incluyó también la obra de un gran muralista mexicano que pasó por las aulas normalistas, aunque su camino lo llevó a matricularse en la entonces Escuela de Bellas Artes. José Clemente Orozco expresó, a través de sus trazos, la imprescindible necesidad, que todavía prevalece, de hacer llegar la educación a las personas más humildes con la promesa de que el conocimiento es transformador de vidas.
En otra área de la escuela se yergue majestuoso el mural Alegoría nacional, que reproduce metafóricamente el México de finales de la década de 1940. En la puerta central, sobre la que se levanta el mural, se distingue la figura tallada de la emblemática Minerva, diosa de la sabiduría, que porta orgullosa un escudo que reza: Escuela Nacional de Maestros. Lux-pax-vis.
No podía faltar el grandioso busto del maestro Lauro Aguirre, director del plantel en 1924, que se convirtió en el impulsor de lo que es y significa nuestra alma mater.
La BENM sigue siendo emblemática. Semillero de grandes mujeres y hombres cuya vocación, liderazgo, compromiso y sensibilidad han moldeado a las y los estudiantes de educación primaria, y han dado clara muestra de que la justicia social produce una metamorfosis general.
Hace muchos años me alejé de las aulas de educación primaria; sin embargo, la vocación me acompaña siempre. Hoy, en otras aulas y en mi labor como juzgadora, siempre tengo presente la dedicación, el compromiso y la disciplina de las y los normalistas que luchan por la justicia más elemental: la educación como eje central para el desarrollo del país.
Larga vida a la Benemérita Escuela Nacional de Maestros.
¡Lux, pax, vis!, ¡Lux, pax, vis! ¡Normal! ¡Normal! ¡Gloria!