Ya James Joyce, para quien “la imaginación tiene la cualidad de un fluido y hay que sujetarla con fuerza para que no se vuelva imprecisa, y al mismo tiempo con delicadeza, para que no pierda sus poderes mágicos”, lamentaba el “sensacionalismo frenético” de su época: “el hombre actual tiene epidermis más que alma”, lo que señalaría quizá una carencia general de “fuerza imaginativa”. En nuestros tiempos la superficie del mundo está sobretapizada de imágenes, pero la potencia imaginativa, o la imaginación, no parece, ante la producción excesiva de imágenes, tener a buen resguardo su lugar. Las imágenes que venden, mercancías más que imágenes, se han enseñoreado sobre las que dicen, sobre las expresan sentido.
Pierre Reverdy dice que lo propio del poeta (artista, creador) es “apreciar las cosas en la medida en que se prestan a la formación de imágenes, las cuales constituyen su particular medio de expresión”. Las imágenes que expresan sentido son, para quien esto escribe, las verdaderas (reconocidamente emparentadas con el símbolo, con el mito, con el ritual).
Rodolfo Cabrales habla del poder evocatorio de la imagen, del poder evocatorio de lo poético y lo verdadero en indisoluble unidad. En una de sus versiones, no necesariamente la del estudioso, la imagen como evocadora del origen, los orígenes, lo original. Dostoyevsky:
“Su imaginación de nuevo está lista para despertar, suscitarse, y de pronto otra vez un nuevo mundo, una nueva y maravillosa vida brilla junto a él en su centelleante perspectiva. ¡Un nuevo sueño, una nueva vida!”
Quise suprimir la frase admirativa, mas qué admirablemente conecta con este comentario de Tomás Segovia respecto de Gérard de Nerval: “La imaginación es la doble lectura simultánea de la vida y el sueño”. Y con: “La vida imaginada muestra no sólo el sentido de la imaginación sino el sentido de la vida.”
Tenemos que para cierto inconforme, Max Aub, “el ideal, ahora, es un mundo sin imaginación”. Hay en nuestro mundo (John Berger), como en el infierno del Bosco, “el clamor de un presente desigual y fragmentario… lleno de sorpresas y sensaciones… donde nada fluye libremente; sólo hay interrupciones…; una infinidad similar de emociones inconexas, un frenesí similar”.