El porcentaje de población católica continúa descendiendo y la protestante/evangélica crece. El censo de 2020 reconfirma la tendencia y señala mayor diversificación religiosa en un país que intensifica su pluralización en otros órdenes de la vida social, no sólo en el campo religioso.
En 1930 quienes se identificaron como protestantes/evangélicos representaron tres cuartas partes de un punto porcentual (.75). En 1980 el porcentaje fue de 3.29; en 2000 alcanzó 5.7 y una década después 8 por ciento. En las dos últimas cifras agrupé creyentes que el censo disoció de la categoría protestantes/evangélicos, pero que tienen la identidad para ser considerados como tales, por lo cual, en escritos de la temática argumenté sobre los equívocos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística en el diseño del cuestionario sobre el perfil religioso de la población.
En el reciente censo 11.2 por ciento de la población respondió ser protestante/evangélica y 77.7 católica. Al realizar readscripciones que el diseño del censo coloca en otras posibilidades de responder sobre preferencia religiosa, es probable que el porcentaje de quienes son integrantes del abanico que caracteriza al mundo protestante y evangélico sea de 15 por ciento. Aporto un dato que pudiese contribuir a conocer mejor el peso de los evangélicos en México. En las últimas tres décadas han crecido considerablemente agrupaciones que enseñan a sus integrantes que no son una religión. En consecuencia, al ser interrogados estos creyentes responden que no tienen una creencia religiosa y quien levanta la información tiende a colocar a los censados en la casilla sin religión. Equívocamente algunos intérpretes del censo tienden a explicar la categoría sin religión como sinónimo de ateísmo. Se necesitan análisis detenidos del tema porque hay indicios de que una parte significativa de los sin religión en realidad tienen nexos confesionales con las convicciones doctrinales esenciales del credo protestante/evangélico a la vez que le agregan características particulares (como los neopentecostales).
La media protestante/evangélica en México es de 11.2 por ciento. Hay entidades en que el número casi se triplica, como en Chiapas, que reporta tener 32 por ciento. Le siguen Tabasco (27 por ciento), Campeche (24), Quintana Roo (21) y Tamaulipas (17). Desde el Censo de 1980 el quinto lugar de mayor porcentaje protestante/evangélico le había correspondido a Yucatán. Ahora dicho peldaño es ocupado por Tamaulipas. En el caso de Chiapas 13 por ciento reconoció no tener religión, y el porcentaje es mayor en varios municipios preponderantemente indígenas, hecho que debe ser valorado a la luz de lo escrito en el párrafo anterior. El mayor porcentaje de sin religión lo tiene Quintana Roo (22), le siguen Baja California (19), Chihuahua y Campeche (14), Chiapas se coloca en quinto lugar (13).
Entre 1930 y 1970 el país rebasó 90 por ciento de población católica. En el primer año fue de 98.3 y en el segundo 91.2. Un descenso importante ocurrió en la década de 1970, ya que en el censo de 1980 el porcentaje de católicos disminuyó a 77. En 2020 sólo dos estados superan 90 por ciento de población católica: Zacatecas (92) y Guanajuato (91). En contraparte, Chiapas posee el menor porcentaje de población católica del país (54) y de cerca le sigue Quintana Roo (55). Las comparaciones porcentuales deben ser analizadas para comprender por qué Zacatecas y Guanajuato son las entidades más católicas, mientras Chiapas y Quintana Roo son las menos.
La Ley de Libertad de Cultos de Benito Juárez (4 de diciembre de 1860) posibilitó la emergencia legal de pequeños núcleos protestantes/evangélicos ya existentes en México. Juárez no fue el causante de la llegada del protestantismo al país, como erróneamente se ha sostenido desde distintos lugares. La presencia organizada del cristianismo evangélico data de hace más de siglo y medio; sin embargo, es frecuente que críticos de derecha o de izquierda a estas alturas sigan señalando su ajenidad a la que denominan idiosincrasia mexicana. Allí quedan las vociferaciones de altos clérigos católicos que han etiquetado a los protestantes/evangélicos de lobos rapaces, moscas a las que es necesario ahuyentar a periodicazos, herejes y otros epítetos.
Es común leer que se continúa estigmatizando a los no católicos. Muestra de ello es el uso de la frase “la Iglesia en manos de Lutero” cuando se quiere denotar el supremo mal que se filtra en alguna institución. Así lo evidenció recientemente Jorge G. Castañeda cuando trató de argumentar por qué era un error que el Presidente hiciera responsable de las aduanas al Ejército. Tituló su escrito “Las aduanas en manos de Lutero” (https://jorgegcastaneda.nexos.com.mx/?p=360). En tanto y contra estigmas la diversificación religiosa se ensancha.