Ante la propuesta de reforma de la Constitución del estado de Quintana Roo para despenalizar el aborto, el obispo de la diócesis de Cancún-Chetumal, el legionario de Cristo, Pedro Pablo Elizondo Cárdenas llamó a no permitir la “degradación moral” al permitir que se intruzcan “prácticas contrarias a la ley natural y divina”.
En una carta dirigida a la feligresía quintanarroense, precisó que “no permitamos que se degrade la moralidad de nuestros pueblos; no aceptemos que se introduzcan legalmente prácticas contrarias a la ley natural y divina”.
Aseveró que se opta por despenalizar el aborto, “pero no se quiere afrontar el problema del mal uso de la sexualidad, de la promiscuidad y del hedonismo que arrastra a tantos jóvenes a una vida de libertinaje y de inmoralidad, de la que después no quieren hacerse responsables”.
El obispo señaló que “abortar es un acto terrible, doloroso y traumático” y que las mujeres que abortan “cargan toda su vida con el enorme peso de la decisión que tomaron, que frecuentemente las lleva a la tristeza y a la depresión” y aseguró que “muchas veces, aunque Dios las perdone” por lo que hicieron, “ellas no son capaces de perdonarse a sí mismas”.
Convocó a la grey a que “pongamos nuestra fe en la Vida, sigamos defendiendo a los más inocentes” y resaltó que “la vida de todo ser humano es sagrada, es un don de Dios y por tanto solo a Él le corresponde la decisión de darla o tomarla”.
En tal sentido comentó que “la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida”.
Sostuvo que desde “el siglo primero la Iglesia ha afirmado la malicia moral de todo aborto provocado, y esta enseñanza no ha cambiado” y recordó que el credo católico “sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. Con esta sanción la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se le da muerte, a sus padres y a toda la sociedad”.
Aseguró que “el derecho a la vida, desde el momento de la concepción, reconocido científicamente como ser humano en la Declaración de los Derechos Humanos
Internacionales, no es una norma, regla o decisión de la Iglesia”, sino que “el derecho a la vida es derecho natural”.
El prelado aseguró que “ningún científico serio niega que el óvulo, desde el momento de la fecundación, posee en sus 46 cromosomas toda la información que le permitirá ser una persona plena con toda la dignidad y derechos que cualquier otro ser humano; solo le faltará tiempo y crecimiento para nacer”.
Entonces “la única diferencia en el proceso a su pleno desarrollo es el tiempo. La vida empieza desde el mismo momento de la concepción. Con 18 días a partir de la fecundación, ya se puede detectar la actividad cardiaca y a los 28 días, se puede escuchar el latido del corazón por ultrasonido, y poco tiempo después se puede registrar actividad cerebral en él. Lo fecundado es un nuevo ser vivo, es una persona totalmente distinta del cuerpo de la madre y del padre, capaz de autorregularse, crecer, eliminar sus propias células muertas y tener su propio tipo de sangre”.
Así que “cuando el amor humano es pleno, total, fiel, fecundo y exclusivo hasta la muerte, el aborto nunca podrá ser una opción”. Ademñas “un hijo es un don de Dios”.