Pobreza laboral en ascenso y desempleo creciente son dos de las más importantes asignaturas pendientes que tendrán que encarar el gobierno y la nueva composición política que emerja del proceso electoral en marcha. Los quiénes importan a la nación, pero más todavía los qué y los cómo para frenar y revertir el deterioro de las condiciones de vida de la población ante la nueva crisis sanitaria y económica que sacude a México y prácticamente a todo el mundo.
Los números no requieren interpretación. Hablan por sí solos. Y son cifras oficiales, de organismos técnicos especializados en estudios estadísticos y de campo. En el último año, la pobreza laboral en México aumentó más de tres puntos porcentuales, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Pobreza laboral que significa, como ya comentamos en este mismo espacio, la incapacidad adquisitiva del salario para acceder a una canasta básica de alimentos y satisfactores. El porcentaje de trabajadores a quienes sus ingresos laborales no les alcanza para adquirir la canasta básica alimentaria pasó de 37.3 por ciento en el último trimestre de 2019 a 40.7 por ciento en el cuarto trimestre de 2020.
Este resultado adverso, regresivo, deriva de una disminución de 2.5 por ciento en el ingreso laboral real durante ese periodo anual y el incremento del costo de la canasta básica.
En términos cuantitativos, como explicó el Coneval, el ingreso laboral real per cápita disminuyó de mil 819.55 pesos en el cuarto trimestre de 2019 a mil 773.43 pesos en el cuarto de 2020, mientras la canasta básica, en el mismo periodo, incrementó su costo en 6.1 por ciento en zonas urbanas y en 7.6 por ciento en áreas rurales, cifras que representan variaciones superiores a la inflación anual, que fue de 3.5 por ciento.
Revisando la geografía del país, el aumento de la pobreza laboral no ha sido uniforme. Este fenómeno social, una de las principales dimensiones de la pobreza, se incrementó en 24 de las 32 entidades federativas en el último trimestre del año, pero especialmente en cuatro de ellas: Quintana Roo, donde el aumento fue de 14.7 por ciento, Tabasco y la Ciudad de México, de 10.4 por ciento, y Baja California Sur, de9.1 por ciento.
En cambio, la pobreza laboral disminuyó en sólo cuatro estados de la República: Zacatecas, Morelos, Michoacán y Oaxaca.
Otro importante indicador socioeconómico afectado por la pandemia y las políticas públicas aplicadas, hostiles o al menos no propicias para la inversión productiva, ha sido el empleo, según registros no sólo del Coneval, sino también del Inegi y del IMSS.
En el informe anual del primer organismo, el total anual disminuyó 2.4 millones, lo que afectó en mayor medida al sector informal con una reducción del 5.3 por ciento, mientras en el sector formal fue de 2.8 por ciento.
Dicha reducción afectó a trabajadores de todas las clasificaciones en distinto grado: “Entre el cuarto trimestre de 2019 y el cuarto de 2020, se observa una disminución en el número de trabajadores para todas las clasificaciones de posición en la ocupación: operarios subordinados y remunerados, empleadores, trabajadores por cuenta propia y sin pago; siendo los operadores subordinados aquellos que presentan la mayor disminución, alrededor de 1.4 millones”.
El Coneval también destacó otro hecho grave: la población ocupada con acceso a servicios de salud se redujo de manera importante en los sectores más afectados por la pandemia, como el de servicios.
“Respecto a la población ocupada con acceso a los servicios de salud, entre el cuarto trimestre de 2019 y el cuarto de 2020, se observan disminuciones importantes en sectores económicos específicos afectados por la pandemia de Covid-19, por ejemplo, en restaurantes y servicios de alojamiento se presenta una reducción anual de 22.9 por ciento; mientras, en servicios diversos representa una merma de 9.9 por ciento y en el sector de construcción de 8.8 por ciento”.
Por otra parte, el IMSS reportó que aun cuando hubo un ligero incremento del empleo formal durante el primer mes del año, con 48 mil nuevos puestos de trabajo, a tasa anual hubo una caída de -3.3 por ciento respecto al nivel de enero de 2020. En términos cuantitativos, de los más de 2 millones de empleos perdidos reportados por el Coneval, más de 560 mil fueron formales, es decir, con derechos sociales antes salvaguardados.
Ahora bien, tampoco la pérdida de empleos formales ha sido uniforme; hasta el último informe del Inegi, su encuesta nacional de ocupación y empleo, del penúltimo trimestre del año pasado, las entidades que en lugar de perder empleos crearon más, y por eso registraron mayores tasas de ocupación, fueron Veracruz (97.8 por ciento), Campeche (97.5 por ciento) y Oaxaca (97.4 por ciento).
Otro importante indicador que se ha visto deteriorado en forma sensible en el último año ha sido el de la desigualdad social, materia de análisis de nuestra siguiente colaboración.
En suma, hay un grave deterioro y pérdida de avances en materia de pobreza laboral y desempleo, dos graves desafíos para todas las fuerzas políticas, hoy en contienda hacia una nueva hegemonía y una nueva composición, no para la disputa del poder, sino, rememorando a Andrés Molina Enríquez, para conseguir mejores fórmulas de solución a los grandes problemas nacionales.