La Auditoría Superior de la Federación da cuenta del gran “beneficio” que (versión oficial) obtuvo la nación por la “reforma” energética peñanietista: en 2019, de 25 gasoductos revisados por esa institución y que, se supone, debieron proveer a la Comisión Federal de Electricidad, 22 (casi 90 por ciento de ese universo) no abastecieron en tiempo y forma a la empresa productiva del Estado (“no recibió el beneficio esperado”), pero a pesar de ello ésta debió pagar a los corporativos privados exorbitantes cantidades, porque así lo establecen los contratos firmados en tiempos neoliberales.
Lo anterior lo resume el reciente pronunciamiento del presidente López Obrador: “a robar a otro lado; aquí ya no se permite la corrupción; antes, durante el periodo neoliberal, sólo importaban los negocios, utilizaban al gobierno para sacar provecho en lo personal; tenían secuestrado al gobierno, sólo les importaba saquear a México; empresas, sobre todo extranjeras, que nos veían como tierra de conquista. Ya se terminó”.
Los datos aportados por la Auditoría Superior de la Federación corresponden al Informe de resultados de la fiscalización de la cuenta pública 2019. Confirman lo que en febrero de ese mismo año denunció el director general de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett: como herencia de la “reforma” peñanietista, las finanzas de la empresa productiva del Estado están en riesgo por los contratos leoninos firmados por los gobiernos neoliberales y los consorcios privados, nacionales y foráneos, producto de “los vínculos entre el poder político y el económico”.
En aquella ocasión, Bartlett puso como ejemplo a un grupo de corporativos privados que “construyeron” gasoductos para abastecer a la Comisión Federal de Electricidad, pero que en los hechos no están en funcionamiento, pero que de cualquier forma “en el mediano plazo representarán una erogación de 21 mil millones de dólares” para la comisión. Los contratos firmados, detalló el funcionario, “tienen cláusulas que obligan a la CFE a pagar a pesar de no recibir el suministro de gas”.
También le puso números al atraco: en 2018 la CFE les pagó 5 mil millones de pesos y en 2019, “de no negociarse los contratos, estaría desembolsando otros 16 mil millones de pesos. Por este alquiler llevamos cubiertos, desde 2015, 62 mil millones de pesos, y seguirá así pagándose hasta llegar a 70 mil millones de dólares. De continuarse esos contratos, la comisión está en una posición realmente de quiebra, por lo que es necesario hacer una revisión para que se establezca una equidad y no se paguen unos gastos verdaderamente exorbitantes”.
Y nombres de los cabilderos de todo esto: Carlos Salinas Gortari, promotor de la primera ley que permitió a la iniciativa privada la participación en el sector eléctrico; José Córdoba Montoya, ex jefe de la Oficina de la Presidencia en tiempos de CSG; Jesús Reyes Heroles González Garza (secretario de Energía con Zedillo y director de Pemex con Calderón); Carlos Ruiz Sacristán (director de Pemex y secretario de Comunicaciones y Transportes con Zedillo); Luis Téllez (jefe de la Oficina de la Presidencia y secretario de Energía con Zedillo, y de Comunicaciones y Transportes con Fox); Alfredo Elías Ayub (director general de la CFE con Zedillo, Fox y Calderón); Felipe Calderón, secretario de Energía con Fox e inquilino de Los Pinos; Georgina Kessel, titular de Energía y posterior directora de Banobras; Jordy Herrera, en la misma posición con idéntico personaje, y Alejandro Fleming, jefe de la Unidad de Asuntos Jurídicos cuando el Borolas fue titular de la Sener. Y la nómina es mayor.
Los citados decidieron la política privatizadora del sector energía, para después, prácticamente en su totalidad, integrarse a las mismas empresas y subsidiarias que beneficiaron (con sus respectivos contratos leoninos) con esa misma política entreguista y contraria a la soberanía energética. Y por una casualidad, hoy ese grupo de ex funcionarios son los más gritones, porque, según ellos, modificar la ley por ellos promovida y aprobada (coimas de por medio) “es contrario al interés de México”.
Las rebanadas del pastel
Entonces, “a robar a otra parte”.
