Texas tiene su propia red eléctrica; es el único estado que no participa del Federal Act Power (FPA) para gestionar el mercado de electricidad en el resto del país. El Consejo de Fiabilidad Eléctrica de Texas (Ercot, por sus siglas en inglés) fue el centro de la crisis de energía de los pasados días en esa entidad y que tuvo repercusiones en México con la falta de provisión de gas.
La FPA se promulgó en 1935 como base regulatoria de la transmisión mayorista de electricidad en Estados Unidos; con el tiempo se ha adaptado a las necesidades y prioridades del sector, con nuevas tecnologías y arreglos para la transmisión interestatal. El asunto es estratégico para el bienestar de la gente y el desarrollo de la actividad productiva.
Las heladas dejaron hasta hace unos días 69 muertos, daños por 18 mil millones de dólares y una temperatura de menos 11 grados centígrados. Causó falta de corriente, de calefacción y agua potable; 13 millones de personas han tenido que hervir agua para beber; un sinnúmero de tuberías dañadas por congelación que costará mucho reparar e inundaciones de inmuebles.
Las bajas temperaturas registradas en Texas la semana pasada suelen calificarse como inusuales, pero junto con otros fenómenos climatológicos son cada vez más frecuentes. El clima muestra inestabilidad creciente: tormentas, inundaciones, episodios de extremo calor o frío, incendios descontrolados, pérdida de zonas de hielo.
Esta crisis se registró en varios otros estados. El recuento exhibe la fragilidad social y económica ante el clima, fenómeno que irá agravándose en todo el planeta.
Las variaciones climáticas imponen una presión en la infraestructura económica que tiene que ver con las redes de caminos, trenes y aeropuertos; los sistemas de agua potable; las plantas que generan energía de diverso tipo; las redes eléctricas; la producción fabril agrícola y la condición de las viviendas. Involucra el estado material de esa infraestructura, su antigüedad, mantenimiento y renovación oportunos. Lo que suele posponerse por diversas razones convenientes de corto plazo. Cuando una parte del sistema se colapsa, el efecto se propaga a otros planos exacerbando las condiciones de impacto adverso.
Cualquier gobierno nacional o local está cada vez más sometido a los efectos del cambio climático y a la fragilidad de la infraestructura económica y, en especial, en el caso de las redes de producción y distribución de energía. Esta es una responsabilidad política primaria y cada vez más ostensible.
Las decisiones que se toman en este ámbito son de índole estructural, requieren cada vez más de la participación de diversos agentes económicos y sociales y de tiempo para establecerse y consolidarse. La planeación y ejecución son complicadas y sensibles. La regulación bien concebida es imprescindible. En Texas, los proveedores de energía no son penalizados por reducir el abasto en situaciones de crisis como la reciente.
Lo ocurrido en Texas, con el severo impacto negativo sobre el sistema eléctrico, ha desatado una polémica alrededor de su gestión. Según ha dicho el jefe de Ercot, las bajas temperaturas, la lluvia y nieve que se han visto como nunca en décadas se sabía que, de ocurrir, presionarían excesivamente al sistema eléctrico, desconectado del resto del país. No se puede importar electricidad. Y ocurrió. La ley de Murphy no se deroga en el Poder Legislativo.
Ercot y la independencia energética que debería propiciar fue una decisión política del estado de Texas. Esta vez se expresaron los riesgos de manera contundente. Las decisiones de política pública se pagan, o bien, hay que pagarlas. Esto pasa tarde o temprano, no hay de otra, así ocurre en todas partes, esta debería ser una llamada de atención general. Los gobiernos pasan, pero la población y las actividades económicas permanecen. Es un dilema social y político muy grande. No cabe el oportunismo. Es aquí donde las decisiones políticas requieren necesariamente de un suficiente respaldo técnico. La vulnerabilidad social está en juego.
El gobernador Abbott de Texas dijo que debe reformarse en Ercot, lo que es evidente. Declaró que la crisis se centró en las fuentes renovables de energía y que las no renovables son imprescindibles para su estado. Más obvio no podía haber sido en cuanto a las presiones políticas de los proveedores de energías fósiles. El gobierno de Trump fue muy claro al respecto. Abbott se refirió de entrada a los riesgos de la política que impulsa Biden en el sector de la energía verde. Oportunismo sin límite y la gente pasa a segundo plano.
El periódico Austin American Statesman publicó una nota sobre este asunto y citó a la propia Ercot con respecto a las fuentes de energía del estado. La más grande es el gas natural con 46 por ciento de cobertura; la eólica es 23 por ciento, el carbón 18 por ciento, la nuclear 11 por ciento y la solar 2 por ciento. De modo oficial señaló que la crisis se presentó en las plantas que usan gas natural. El gobernador ha quedado mal parado.
Otro asunto es la prevención del congelamiento de las plantas y turbinas y que en la parte más meridional del estado no se ha hecho, un caso en cuestión es el de la ciudad de Galveston.
Son muchos los elementos en disputa, pero una sola es la realidad: una brutal crisis en la que el clima exhibe las limitaciones políticas y técnicas de la provisión de la energía y las consecuencias que eso tiene sobre una población desamparada. La gestión política es hoy de alto riesgo.
Mientras eso pasaba, Ted Cruz viajaba a Cancún en playera.