La Conquista fue una barbaridad incluso para los cánones morales de la España del siglo XVI: “Hubo procesos por los excesos que se cometieron”, dijo el escritor Pedro Miguel durante la presentación de su novela El último suspiro del conquistador, en la edición 42 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM), que se realiza de manera virtual.
“Esto tiene que ver con la carta que mandó el presidente Andrés Manuel López Obrador al rey de España en marzo de 2019, en la que refirió: ‘Tenemos que pedir perdón’”, agregó el periodista y colaborador de este diario.
“No es que España pida perdón a México, esto se tergiversó mucho; es que las instituciones sucesoras de aquéllas que protagonizaron la Conquista tendrían que pedir perdón a los pueblos originarios por una barbarie que ya era pensada así en el siglo XVI.
“No sólo corresponde a la corona española ni al Vaticano, en tanto representante del papado que cometió la muy violenta evangelización, sino también al Estado mexicano, heredero de esa tarea de conquista y sojuzgamiento de los pueblos originarios, porque el México independiente la continuó. ¿Por qué se sublevaron los zapatistas en Chiapas en 1994?, pues porque seguía el proceso de conquista.”
El narrador y periodista mencionó que el libro, publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) “tiene el entramado dirigido a vengarse de esta figura emblemática de la Conquista que es Hernán Cortés, contra la cual hay muchos sentimientos vivos todavía”.
En la narración, Pedro Miguel llevó al conquistador español a su futuro, “que puede ser el infierno para cualquier individuo, porque siempre va a haber un desarrollo inesperado de la historia, de la sociedad. La mente humana no es tan flexible como se dice, de modo que el futuro siempre es un choque. Podría ser muy diabólica la experiencia. Trascender la época propia, el ciclo que nos ha tocado vivir, puede ser un castigo muy severo”.
El autor afirmó que el conquistador “es un hombre de su tiempo, saliendo del medioevo; el Renacimiento le toca poco en su configuración mental y está preparado para hazañas sangrientas de toda clase, pero difícilmente está listo para el mundo contemporáneo”.
Calderonato, pesadilla nacional
Pedro Miguel contó que fue inexcusable narrar lo que ocurría en México entre 2009 y 2010, cuando apareció la primera versión por entregas en La Jornada: un periodo “muy oscuro y angustioso. El calderonato fue una pesadilla nacional, un momento sin esperanza en el que veíamos de qué manera el país se iba despedazando, descomponiendo, acanallando, corrompiendo, tiñéndose de sangre, llenándose de fosas clandestinas”.
Para hablar de esta realidad, agregó el escritor, empleó metáforas, por ejemplo, murieron dos secretarios de Gobernación en avionazos sospechosos.
También “la grotesca situación cuando falleció Carlos Monsiváis y el gobierno se empeñó en apropiarse del cadáver de un hombre que claramente abominaba y repudiaba a ese régimen. Eso requería una metáfora lo más juguetona que se pudiera, porque Monsiváis era lúdico. También hay una representación de eso en la novela”.
Asumió que era “moralmente necesario y obligatorio dejar un mensaje de esperanza y decir: ‘Esto que estamos padeciendo no es para siempre, se va a superar. En este país tiene que amanecer’. Eso es lo que se expresa en los tratamientos escritos difundidos en un futuro más o menos remoto, en el año 2047”.
Sobre el formato de novela por entregas, en el que se publicó originalmente su narración, el escritor explicó que hay una “larga historia que nos vincula”, pues originalmente en las fábricas de puros de Cuba, en los inicios del siglo XX, un personaje leía mientras las mujeres forjaban las hojas de tabaco, lo cual fue sustituido por la radionovela, que luego se convirtió en telenovela.
“Esto me lo enseñó el venezolano José Ignacio Cabrujas, quien falleció cuando tratábamos de aprender en Argos la técnica para escribir telenovelas, en ese momento por Nada personal. Nos contó la génesis de un género muy singular, el único inventado y creado en América Latina en el que la protagonista es mujer.”
Andrés Ruiz, colaborador del FCE, comentó que la editorial apuesta “por otras aproximaciones literarias: la ciencia ficción, la fantasía, la novela policiaca, que estaba exenta del catálogo del fondo injustamente, a partir de esta idea de que hay subliteraturas, cuando sólo hay literatura y que cuando está bien hecha es gran literatura, sea en cualquiera de los géneros en que se lleva adelante.
De esta forma “podemos atraer a los nuevos lectores, interesar a los jóvenes en literaturas que los conmuevan, les vuelen las neuronas, y también a lectores que no hayan leído eso que empiecen a hacerlo y que descubran esas otras ventanas al mundo que nos da la literatura”.
Las actividades de la 42 FILPM se realizan totalmente en línea y se transmiten en las redes sociales del encuentro, que concluye el primero de marzo.