“Los chinos constituyen una ofensa a nuestras instituciones, un escupitajo a la bandera nacional y, si los mexicanos tuviésemos razones de otra índole, el agravio de la colonia china, con estos recientes y groseros insultos a nuestra patria, tendríamos motivos más que suficientes para justificar los excesos que pudieran cometer las organizaciones antichinas.”
Esto proclamó el diputado de Sonora, José Ángel Espinoza, hace casi un siglo cuando en los estados del norte del país había una terrible campaña para expulsar a la comunidad china. Miles tuvieron que abandonar el país o fueron deportados a Estados Unidos. Sus bienes confiscados por el gobierno y/o saqueados por la población. Los que lograron permanecer, lo hicieron casi en la clandestinidad. No pocos fueron asesinados. La peor matanza tuvo lugar el 13 de mayo de 1911 en la ciudad de Torreón, donde residían 581 con negocios diversos y prósperos. Entre ellos un banco. Al tomar el ejército maderista la ciudad, asesinó a 303. Sus propiedades fueron saqueadas y luego incendiadas. Igual sus viviendas.
De toda la persecución que sufrió esa comunidad, especialmente en la primera mitad del siglo pasado, da cuenta el doctor José Luis Chong en su libro Historia general de los chinos en México, 1575-1975 (Turner). En él refiere la leyenda negra que tejieron grupos empresariales que no querían la competencia de migrantes muy laboriosos y que por eso tenían éxito en el comercio (tiendas de abarrotes y ropa, lavanderías, restaurantes) y la siembra de hortalizas.
Las organizaciones y leyes antichinas fueron prohijadas por políticos como Plutarco Elías Calles en Sonora y Francisco Villa en Chihuahua. “México para los mexicanos”, era el eslogan en referencia a que no debía aceptarse la inmigración asiática, y para garantizar la pureza de la raza, pues el matrimonio de un chino con una mexicana ocasionaba degradación. Y peor si era con una indígena. Además, eran “sucios, portadores de enfermedades, de parásitos y sexualmente amenazadores”.
Cambian los tiempos: México fue el primer país de América Latina en reconocer en 1971 como única China a la que gobernaba Mao Zedong. Pidió además que perteneciera a Naciones Unidas, a lo que se oponía Estados Unidos desde 1949. Hoy es una potencia económica, cultural, científica, militar y tecnológica. Por los agravios cometidos en nuestro país contra dicha comunidad, el Estado Mexicano pedirá perdón en mayo próximo al cumplirse un centenario de la masacre de Torreón. Debió hacerlo mucho antes.