Este mes, apenas el segundo desde la consumación de la salida británica de la Unión Europea y urgido de evitar el aislamiento global que algunos previeron, Reino Unido ocupa el ápice de la diplomacia multilateral: ahora ejerce la presidencia rotativa del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU); en el año, actúa como coordinador del Grupo de los Siete (G7). Para ambas instancias, la pandemia, que ha entrado en su segundo año con fuerza devastadora, es uno de los tópicos centrales de debate y decisión. Como corresponde a la práctica habitual, cabe al coordinador del G7 determinar la agenda y los temas prioritarios que se abordarán durante su mandato. El presidente del CSNU elige los tópicos de las sesiones de debate abierto en el mes en que dirige al consejo. Boris Johnson, el primer ministro británco, que vadeó debates acerbos y situaciones difíciles en los meses finales del Brexit y los de transición hasta la salida final, desea extraer la mayor ventaja de ambas responsabilidades. Sostiene la tesis de que, tras el Brexit, Reino Unido ha dejado de ser sólo uno de los integrantes de un órgano multilateral y ha recuperado su papel de actor global: Global Britain.
Para el G7, Johnson ha programado una cumbre virtual, el 19 de febrero, destinada a discutir la forma de “asegurar una distribución equitativa en todo el mundo de las vacunas para el coronavirus, prevenir pandemias y reconstruir mejor después de la actual”. Para el CSNU, ha establecido dos debates abiertos: el primero debió efectuarse ayer y estar referido a la implementación de la resolución 2532 (2020), que considera “probable que el alcance sin precedente de la pandemia de Covid-19 ponga en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”, y el segundo, el martes 23, abordará las consecuencias del cambio climático para el mismo propósito, que constituye el mandato central del CSNU. La relevancia y oportunidad de ambos tópicos son evidentes. Los resultados positivos de esas reuniones, sin embargo, distan de estar garantizados.
No parecen promisorias las perspectivas de la cumbre virtual del G7 convocada por Johnson para el día 19. A pesar de su inminencia, no se encuentran menciones o referencias a la misma en las páginas web de las jefaturas de Estado o de gobierno de los demás integrantes del grupo. Dos o tres ejemplos, consultados el martes 16: elysee.fr, sitio oficial de la presidencia de la República Francesa, recoge la agenda semanal de Emmanuel Macron y para el viernes 19 sólo prevé su participación en otra reunión multilateral: la Conferencia de Seguridad en Munich; whitehouse.gov informa sobre la conversación telefónica sostenida el 12 de febrero por el presidente Macron con la vicepresidenta Harris, en la que se aludió a “la necesidad de una estrecha colaboración bilateral y multilateral para enfrentar el Covid-19 [y] el cambio climático”, sin aludir a la “cumbre virtual” del viernes 19; pm.gc.ca no informa sobre la agenda futura del primer ministro Trudeau. Recoge dos discursos recientes, de 5 y 9 de febrero, referidos a la evolución de la pandemia y al esfuerzo canadiense de vacunación, sin aludir a una inmediata “cumbre” del grupo. El mensaje de Boris Johnson el 13 de febrero (www.gov.uk) afirma que la “cumbre” virtual del G7 se celebrará el día 19 y señala que sería la primera de los líderes del grupo desde abril de 2020. Pronto se sabrá qué hay de esta curiosa circunstancia, por decir lo menos.
La resolución 2532 (2020) del CSNU es la más sustantiva que ha adoptado ese órgano sobre la pandemia. Fue aprobada el 1º de julio de 2020, cuando la primera oleada de contagios parecía inscribirse en una tendencia decreciente. Sus párrafos resolutivos aluden a la necesidad de detener los enfrentamientos y conflictos armados activos, de suerte que la atención y recursos de los beligerantes y de otros países pudieran concentrarse en el urgente combate a la pandemia. Llama también a todos los órganos del sistema de Naciones Unidas a conjuntar y coordinar esfuerzos para asistir a los estados miembros, en particular a los más necesitados, en sus esfuerzos contra la pandemia. En el debate abierto del 17 de febrero, con mucho mayor conocimiento de los alcances y secuelas de la pandemia, el Consejo de Seguridad habría evaluado el grado de cumplimiento de esa resolución.
El secretario de Relaciones Exteriores de México intervino en la mañana del martes 16 en la reunión virtual del consejo, con un firme pronunciamiento sobre la imperiosa necesidad de que la distribución de vacunas no deje atrás a los países de menor desarrollo y de que se evite el acaparamiento, por los países avanzados, de la todavía insuficiente producción mundial de vacunas. Propuso el fortalecimiento de Covax, de modo que se haga realidad el objetivo de proveer a los países en desarrollo de mil 300 millones de dosis en el curso de 2021.