Nadie esperaba más de ellas, pues en el momento pandémico que vive la humanidad las naciones altamente desarrolladas sacaron a relucir el cobre colonial y proceden como históricamente lo han hecho: arrasan y acaparan; todo para ellas, sin medir consecuencias, y que los demás se las arreglen como puedan, si pueden. Y a su lado, los insaciables cuan mezquinos laboratorios trasnacionales, a quienes sólo interesa el jugosísimo negocio derivado de la delicada circunstancia del planeta.
De lo anterior da cuenta la Organización Mundial de la Salud: “de las 128 millones de dosis de vacunas administradas hasta la fecha (febrero 10), más de tres cuartas partes se han aplicado en tan sólo 10 países, que representan 60 por ciento del producto interno bruto mundial. Hoy, casi 130 países, con 2 mil 500 millones de habitantes, todavía no han administrado ni una sola dosis. Esta estrategia contraproducente tendrá costos en vidas y medios de subsistencia, dará al virus nuevas oportunidades para mutar y evadir las vacunas y socavará la recuperación económica mundial. Hacemos un llamado a los dirigentes para que alcen la mirada más allá de sus fronteras y utilicen una estrategia vacunal que pueda efectivamente poner fin a la pandemia y poner freno a las variantes”.
La organización Médicos sin Fronteras aporta lo suyo: “tres de cada cuatro dosis de vacunas de Pfizer (mil 500 millones, de 2 mil millones) están comprometidas mediante acuerdos confidenciales y secretos firmados por los países de altos ingresos, dejando una porción muy pequeña de las dosis para los países en desarrollo y las organizaciones humanitarias. De más de 27.2 millones de dosis de esta vacuna entregadas hasta ahora (última semana de enero), los países ricos acumulan casi 27 millones (cerca de 93 por ciento del total), mientras estados de ingresos medios sólo han recibido unas 250 mil y los países en vías de desarrollo, ninguna”.
Por ejemplo, Estados Unidos tiene amarradas mil 200 millones de dosis; Reino Unido, 460 millones; Canadá, 340 millones; Japón, 320 millones; Unión Europea, mil 900 millones. Conjuntamente, tienen garantizadas, hasta ahora, 3 mil 220 millones de dosis, es decir, 21 por ciento (considerando dos aplicaciones por persona) del requerimiento mundial, cuando su población representa 13 por ciento del total global.
Ante tal panorama, ayer, en la sesión del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, y en calidad de presidente pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, el gobierno de México, por medio del canciller Marcelo Ebrard, advirtió: “10 países tienen 75 por ciento de las vacunas aplicadas; 100 países, ninguna. Nunca habíamos visto una división tan profunda que afectase a tantos en tan poco tiempo. Urge revertir la injusticia que se está cometiendo, de ello depende la seguridad de toda la humanidad”.
Por ello, el gobierno mexicano “reiteró su llamado para acelerar el acceso a las vacunas vía el mecanismo multilateral Covax y reducir el acaparamiento evidente que está enfrentando la comunidad internacional. Esta es una herramienta fundamental, pero también debemos reconocer que ha resultado insuficiente hasta ahora y que el escenario que queríamos evitar, desgraciadamente se está confirmando. A la fecha, no se han distribuido vacunas vía este instrumento multilateral. En tal sentido, instamos a los países a evitar el acaparamiento, acelerar las primeras etapas de las entregas y privilegiar la distribución a los países de menores recursos”. De otra suerte, éstas “no tendrían acceso a vacunas hasta la mitad de 2023. Garantizar el acceso universal es el único camino para vencer la pandemia”.
Las rebanadas del pastel
Allá por 2003, Vicente Fox, a la sazón inquilino de Los Pinos, presumía que con la adjudicación a la trasnacional española Repsol del primer contrato de servicios múltiples en la cuenca de Burgos, México “no sólo será autosuficiente en gas natural, sino que, en el corto plazo, será exportador neto”. Pues bien, en realidad, nuestro país se convirtió en importador neto de ese combustible y la “soberanía energética” se mantiene prófuga; los recientes apagones sólo lo confirman.