Zacatecas, Zac. Alrededor de 48 por ciento del total de las áreas forestales de América Latina sufren actualmente una tala excesiva de 10 por ciento anual, que supera mil veces “a la tasa de recuperación (natural) de la superficie devastada”, señala la investigadora Aleida Azamar Alonso.
Esto ocurre, advierte en el libro Resistencias sociales y alternativas de sustentabilidad, por la incorrecta concepción y aplicación del término “sustentabilidad” y su sesgado uso, aplicado para apuntalar el modelo neoliberal de producción intensiva, extractivismo, saqueo de recursos y el despojo de territorios, particularmente ejercidos contra pueblos campesinos e indígenas, quienes se enfrentan cotidianamente a gobiernos con políticas públicas y leyes laxas que benefician a las grandes trasnacionales.
“Esta situación genera costos superiores a los 700 mil millones de dólares por concepto de degradación socioambiental y costos de recuperación que asume el Estado, ya que generalmente las compañías privadas no suelen pagar por estos perjuicios”.
El proyecto ha sido publicado en versión digital e impresa por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Xochimilco, cuya portada principal y las de cuatro de sus ocho capítulos son fotografías del periodista Alfredo Valadez Rodríguez, corresponsal de La Jornada, e ilustran la problemática social de comunidades que se resisten al despojo de sus tierras en Nuevo León, San Luis Potosí y Zacatecas.
Además de ser docente investigadora de la UAM-Xochimilco, Aleida Azamar Alonso es presidenta de la Sociedad Mesoamericana y del Caribe de Economía Ecológica, y forma parte del grupo de trabajo de Pensamiento Geográfico Crítico, del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).
En el libro se incluyen las investigaciones por capítulos —en orden de presentación— de: Carlos A. Rodríguez Wallenius; Martha Liliana Arévalo Peña y Liliana López Levi; Esteban Danza; Daniela Guadalupe Ochoa Heredia y Juan Carlos Rojo Carrascal; Jesús Manuel Macías M.; Carlos Arturo Alonso Muñoz y Alejandra Toscano Aparicio.
Privatizar la naturaleza en beneficio de los corporativos
Para Azamar Alonso –que además de un capítulo escribió la introducción general y el epílogo del nuevo texto de la UAM, de 302 páginas—, la “sustentabilidad es el reconocimiento de que crecimiento económico desmedido y dispendioso es un fracaso político-económico”, que abarca toda una problemática socioambiental que “no puede ser abordada con pequeñas acciones aisladas, necesita ser entendida en su complejidad y atendida con cambios profundos en la dinámica productiva”.
Por ello, explica, en el libro se aborda la problemática desde una perspectiva multidimensional, que abarca tanto los riesgos socioambientales y las capacidades de soporte desde una perspectiva de las movilizaciones sociales, en defensa de la naturaleza y sus territorios, en zonas rurales y urbanas. Todo desde una perspectiva crítica:
“La sustentabilidad en un inicio se planteó desde un enfoque político euro-centrista y pro industrial”, y aunque su narrativa planteaba generar colectivamente prosperidad económica, bienestar social y vitalidad ecológica, sin embargo, se advierte “todo ello solamente podía darse sin poner en riesgo el esquema productivo moderno de explotación socioambiental intensiva”.
Así es que se ha practicado en diversas latitudes una práctica política-gubernamental con un discurso acompañado de acciones ambiguas, “donde el enfoque de sustentabilidad está limitado a la privatización de la naturaleza para el beneficio corporativo”.
Como resultado de esas políticas, a nivel social se han producido evidentes impactos negativos: la intensificación de la producción industrial masiva; la violencia que se ejerce contra quienes defienden la naturaleza; el uso de químicos tóxicos para la creación de bienes como el vestido y la alimentación, con la privatización, consumo y contaminación de bienes comunes como vías fluviales, marítimas, suelos y aire.
Desgaste y erosión de la riqueza étnica
El libro Resistencias sociales y alternativas de sustentabilidad se realizó colectivamente, a partir del reconocimiento de los múltiples riesgos ambientales que enfrentan las urbes y sus habitantes, pero considerando también un enfoque pocas veces tomado en cuenta: “El desgaste y erosión de la riqueza étnica en el mundo por efecto de los proyectos productivos que afectan, de múltiples formas, a quienes viven en los territorios donde se intentan imponer y por ello mismo los habitantes se oponen a dichos proyectos”.
En este contexto, la investigadora Alejandra Toscana Aparicio, en el capítulo “De la atención de emergencias a la gestión del riesgo de desastres”, realizó una valoración cualitativa y cuantitativa de las estrategias mediante las cuales administraciones públicas en América Latina, Asia y África, enfrentan distintas clases de desastres que suceden en zonas urbanas y rurales.
En su investigación Toscana Aparicio incluso revisa la estrategia que ha seguido en la historia reciente el gobierno de la Ciudad de México, a través de su organismo de protección civil, “destacando las particularidades, aciertos y errores en su actuar”.
Refiere Aleida Azamar Alonso en su epílogo que la mayoría de los gobiernos de países de América Latina han optado por un discurso desarrollista, incluso “aplicando la violencia pasiva por medio de intimidaciones contra quienes se opongan al ‘desarrollo’.
Las consecuencias de ese modelo de desarrollo sustentable mal entendido y practicado, a lo largo de 50 años de políticas públicas y leyes laxas, “es que la flexibilidad de estas medidas ha provocado que en las últimas décadas, entre 10 y 15 países del continente se encuentren en una situación de estrés hídrico medio y grave”.