Dolor de cabeza, de estómago y hasta “un poco de miedo” sintió Bertha Delfina Hernández, de 73 años, residente de la colonia Palo Alto, en Magdalena Contreras, horas antes de su primera dosis del biológico contra Covid del laboratorio AstraZeneca, que recibió en la Escuela Primaria Conrado Menéndez Mena, pero al salir dijo “tener mucho gusto” y sentirse “contenta” de estar vacunada.
A Bertha se le asignó la ficha número cinco de las 500 que ayer se entregaron en ese centro de vacunación, que se ubica a solo una cuadra de su casa, por lo que acudió caminando junto con su esposo, Abraham López, de 75 años.
Ambos recibieron el biológico pero no por ello se sintieron confiados, por lo que no se retiraron el cubrebocas ni la careta, pues escucharon con atención la recomendación del médico acerca de que no deben bajar la guardia ante “el bicho”.
Las palabras del médico removieron los recuerdos y consejos de su padre, José Carmen Hernández, de 107 años, quien hace más de un año alertó de la peligrosidad del coronavirus, al señalar que hace más de siete décadas él mismo se protegía de la gripe asiática con creolina.
Por esa recomendación, en lugares estratégicos de su casa, así como en puertas y ventanas, colocaron pequeños recipientes y botellas de pet con creolina a modo de protección contra el coronavirus.
Bertha recordó que su padre sí quería ser vacunado, pero hace unos días falleció por su avanzada edad, y con orgullo mostró afuera de su casa una de las fotografías más recientes de él.
“Ya me siento tranquila, ya no me dio miedo, al contrario, me da gusto que tuvimos esta oportunidad de que todavía a ver si Dios nos deja otros días más”, expresó al referir que “sí duele el piquetito”.
Para proteger a Bertha y a Abraham de las bajas temperaturas, fueron sus hijas Leticia y Laura López, quienes se formaron en la fila desde antes de las cinco de la mañana, mientras esperan la llamada para la segunda dosis confían en los resultados de la creolina, porque “hasta el momento en la familia nadie se ha contagiado de Covid”.