Son palabras mayores a escala nacional y por su trascendencia más allá de lo partidista, pero en el siempre fogoso ambiente político y electoral de Guerrero, y en el horizonte inmediato de ciertos grupos morenistas, parecen palabras menores, o al menos así las pretenden procesar: el senador con licencia Félix Salgado Macedonio ha sido registrado ante las autoridades electorales de esa entidad como candidato a gobernador, a pesar de las insistentes acusaciones de agresiones sexuales contra mujeres.
Salgado Macedonio ha sido un político que, según sus propias palabras, es indefendible. En 2017, entrevistado por Federico Sariñana y Juan José Contreras para un programa de radio en Chilpancingo, el autodenominado Toro sin cerca se sinceró: “Yo tengo más negativos que positivos. Yo sé que no estoy compitiendo para cardenal ni tampoco soy santo. Cuando me dicen: Oye, hay que fortalecer aquí porque andas bajo, la fama es mala, muy mala: mujeriego, parrandero, jugador, borracho, todos los vicios de Gabino Barrera y de Simón Blanco me los juntaron”. ¿Y sí los tiene?, se le preguntó. “Sí”, contestó. E insistió: “cuando me dicen: Oye hay que corregir eso, y yo les digo: ¡Ay, no manchen! Ahora, a mis 60 años, me quieren quitar todo eso. No, pus no, yo ya estoy viejo: árbol que crece torcido jamás su tronco endereza (...) Yo así soy, soy incorregible, soy impredecible, soy incalumniable, todo lo que digan de mí es cierto” (https://bit.ly/3qBz8r2).
En esa apuesta por un incalumniable, plena de pragmatismo electoral, capricho cuasi imperial a cuenta de apoyos en años anteriores, y desdén por el curso e ímpetu de la lucha feminista nacional, Morena y sus mandos mucho se juegan. Más de lo que en la lectura inmediata pareciera.
En 2023 se elegirá el relevo de Alfredo del Mazo Maza como gobernador del estado de México. Desde ahora se perfila como una carta fuerte por parte de Morena la profesora Delfina Gómez Álvarez, quien ya fue candidata en 2017 frente al mismo priísta Del Mazo Maza, cuando éste, junto con su familiar Enrique Peña Nieto, tejió una red de defraudación electoral contra la actual senadora con licencia que desde ayer ocupa la Secretaría de Educación Pública.
La maestra Delfina, como se le llama con frecuencia, estuvo a punto de desplazar del poder al cerrado grupo priísta del estado de México que tenía a Peña Nieto como su principal pieza nacional. Pero toda la fuerza del grupo Atlacomulco y del aparato gubernamental federal fueron puestos al servicio del nada carismático, casi fantasmal Del Mazo, quien ya en el poder ha mantenido esa característica diluida, ausente, de ceremonial básico aunque la entidad se estremezca ante tanta violencia, corrupción e injusticia.
La nueva secretaria de Educación Pública llega a ese cargo como parte del grupo Texcoco, que con Higinio Martínez Miranda como máximo jefe ha tenido una expansión constante. Otro integrante destacado de ese conjunto es Horacio Duarte, ahora director de Aduanas. Si todo avanza como se prevé, el senador Martínez Miranda y su clientelar grupo texcocano tendrán la candidatura de Morena al relevo de Del Mazo.
Hay otro ingrediente electoral y grupal inocultable: la corriente de Elba Esther Gordillo, ella en la cárcel, apoyó en una alianza casi oficial a la maestra Delfina en los comicios estatales de 2017. Las actuales expresiones de beneplácito de las Redes Sociales Progresistas (que a su vez apoyaron electoralmente al obradorismo en 2018, también en una alianza extraoficial pero evidente) por la designación de Delfina Gómez en la SEP adelantan buenos tratos administrativos para el gordillismo, que daría una nueva retribución en materia electoral al obradorismo en el inmediato 2021 y luego en 2023, cuando debe irse Del Mazo, quien pareciera haber negociado un tránsito pacífico de su periodo a cambio de dejar pasar la opción que Morena proponga en su momento. ¡Hasta mañana!
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