Buenos Aires., Los restos del ex presidente Carlos Saúl Menem (1989-1999) fueron inhumados aquí, en el cementerio islámico, con el ritual correspondiente, después de un velatorio en el Congreso al que asistieron su familia, ex funcionarios, dirigentes políticos, diplomáticos y amigos, pero con una mínima presencia popular.
En redes sociales se dio cuenta de lo vivido en los años 90, una crítica situación económico social que no se borró fácilmente, pues el final de esa historia fue el estallido popular de diciembre de 2001, que desnudó las temibles consecuencias del neoliberalismo.
No hubo desfile de dolientes, como cuando fallecieron los ex presidentes Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner, y en este último caso con multitudes de jóvenes. En medio de la pandemia de Covid-19 no se pudo contener a los miles que ganaron las calles para despedir a Armando Maradona, amado no sólo como el gran futbolista que fue, sino por su eterna rebeldía desafiando poderes.
El pueblo de Río Tercero, en la provincia de Córdoba, donde fue volada una fábrica de municiones y armas para encubrir un tráfico ilegal de éstas, dejando muertos, heridos y una enorme destrucción en el gobierno de Menem, se negó a cumplir los tres días de duelo, también de protocolo, decretado por el gobierno.
Los organismos de derechos humanos hicieron oír su voces contra los indultos y la persistencia de la impunidad. También dirigentes sociales y sindicales, rebelados contra los interminables ajustes, denunciaron la desaparición de empresas estatales y fábricas, que dejaron más de dos millones de de-sempleados entre otros gravísimos daños durante el menemismo.
La Delegación de Asociaciones Israelitas-Argentinas (DAIA) lo acusó de encubrimiento en el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994, aunque olvidan registrar que un presidente de la DAIA, como fue Rubén Berajas, fue parte importante de encubrir ese hecho. “Se fue solo de pueblo”, dijo un reportero en la radio, y recalcó cómo algunos periódicos del mundo lo consideraban una especie de héroe neoliberal. Mientras aquí los desastres por esa política de los 90 se hicieron sentir ayer en la soledad de las calles aledañas al Congreso y en el cierre del velatorio de los restos de Menem.
El cuerpo de Granaderos recibió y trasladó el féretro y una banda militar rindió honores durante el entierro, que por protocolo corresponden a un ex presidente. Al final sorprendió escuchar la canción A mi manera, que era la preferida de Menem, cantada en castellano.
Sus restos quedaron junto a los de su hijo Carlos Menem, quien murió en 1995, cuando el helicóptero en que viajaba tuvo un accidente, que su madre, Zulema Yoma, consideró un atentado y aún continúan las investigaciones. El golpe fue muy fuerte para la familia y hace dos años el ex presidente Menem, que se había negado a aceptar la tesis del atentado, se presentó también en esa causa para acompañar a su esposa, de la que estaba separado, y con la que se volvió a casar en silencio recientemente.