El Cairo. Convertida en una de sus obsesiones, el famoso egiptólogo Zahi Hawass compone una ópera para reverenciar al rey Tutankamón el año que viene, cuando se celebrarán los 100 años del descubrimiento de su tumba.
Tras azarosas faenas entre las arenas del Valle de los Reyes, en Luxor, cuando otros ya habían desistido de búsquedas allí, el dibujante y explorador británico Haward Carter halló con la ayuda de trabajadores locales el sepulcro del faraón niño, fallecido a temprana edad.
Rodeado por millares de objetos de oro y protegido por varias criptas, yacía el hijo de Akenatón, quien junto a la enigmática Nefertiti impuso la veneración a un único dios en la distante Amarna, en contradicción con el politeísmo tradicional.
“Estoy terminando una ópera para él, con la colaboración de artistas italianos; será nuestro homenaje en el centenario del hallazgo de su tumba”, declaró Hawass en la necrópolis de Saqqara, donde lidera investigaciones en los alrededores de la pirámide de Teti I.
El incansable investigador adelantó que a la par dirige excavaciones en las inmediaciones de la sepultura de Tutankamón, identificada como la KV62, para diferenciarla de las restantes situadas en esos terrenos.
En años previos, Hawass comenzó pesquisas a fin de determinar la causa del inesperado deceso del faraón, posiblemente el más conocido de todos pese a que gobernó durante menos de una década.
Fueron necesarios ocho años para vaciar su tumba y trasladar al Museo Egipcio de El Cairo todos los objetos encontrados en su interior, debido al meticuloso proceso empleado por Carter y a la cantidad de piezas conservadas en las profundidades, que superan la cifra de 5 mil.