Desde las 5 horas, adultos mayores se formaron afuera de la Escuela Primaria Próceres de la Revolución, dentro de la Unidad Independencia, en espera de ser inoculados contra el Covid-19 y “estar protegidos, porque los contagios están duros”.
Pese a las filas de hasta un kilómetro y esperas de cuatro horas, entrevistados denunciaron que los “trabajadores de chaleco rojo –de la Secretaría de Bienestar– nos dejaron en el pleno rayo del sol y fueron incapaces de ayudar a quienes llegaron en silla de ruedas o con oxígeno, aunque los verdes –de la Secretaría de Salud local– sí nos apoyaron”.
Hubo quienes tomaron sus previsiones y llevaron una silla para hacer la espera más cómoda; aunque la mayoría tuvo que esperar de pie. En otros casos, fueron familiares los que hicieron la fila para llamar a los adultos mayores en el momento que, consideraron, ya les iba a tocar su turno.
Estela Cantero, de 69 años, fue la primera en aplicarle la vacuna de AstraZeneca, quien, tras recibirla, comentó: “Me da mucha esperanza de seguir adelante y continuar tranquilamente con mi labor de asesora inmobiliaria”.
La vacuna es necesaria y “no significa que nos dejemos de cuidar, porque hay un porcentaje que no cubre, pero sobre todo porque a finales de diciembre y principios de enero han pasado cosas feas en la unidad por esta pandemia”, expresó a su vez Angélica Aguilar, de 63 años.
Claudia Falcón, quien ingresó con su mamá, Lidia Correa, de 79 años, señaló que la organización fue mala porque “en un salón los aglomeraban tras vacunarlos y estar en observación 30 minutos y otro bloque estaba afuera, y se requiere más personal de apoyo”.
Recibir esta primera dosis “nos hace sentir más tranquilos y ahora a esperar a no tener ninguna reacción y la siguiente dosis”, coincidieron en señalar los hermanos María Rosa y Marco Borboa Tagle.
En la Escuela Primaria Héroes de Padierna, al salir don José comentó: “Se trata de una gran bendición para combatir el Covid, y ahora esperar para recibir la otra dosis y estar más protegidos, aunque ya nada volverá a ser igual”.
El hijo de doña Catalina consideró que hubo desorganización, una actitud prepotente e insensibilidad hacia los adultos mayores, pues estaban más preocupados por la foto de los medios que por atender a los adultos mayores, lo que los llevó a esperar cuatro horas.
La fila más larga se observó afuera de la Unidad de Medicina Familiar 22 del Instituto Mexicano del Seguro Social, la cual llegaba hasta una parroquia, pues “muchos nos venimos a formar desde las 5 de la mañana y conforme pasaron las horas, más y más gente llegó para obtenerla, porque es una nueva esperanza de vida”.
Los menos aseguraron que “el gobierno federal esperó para ponerla e influir en la siguiente votación”, aunque lo llamaron a agilizar este proceso, porque “nos dejan muchas horas parados y no todos traemos un banquito o silla para soportar tantas horas de espera”.
Elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana resguardaron los módulos de vacunación; también hubo recorridos de la Guardia Nacional, sin registrarse problemas, sólo algunas molestias por la lentitud y la falta de información.