Formador de generaciones en los conocimientos más avanzados de la ciencia crítica y de las nuevas ciencias, a Pablo González Casanova se le identifica como uno de los primeros impulsores en México del conocimiento interdisciplinario. En su gestión como rector de la UNAM ese sería un distintivo: el diálogo entre las ciencias, y entre éstas y las humanidades, así como la ampliación de la matrícula universitaria para que la universidad llegara a más y más personas. Estas ideas quedarían materializadas en la creación de los colegios de Ciencias y Humanidades y en la universidad abierta y a distancia.
Defensor de la autonomía universitaria, don Pablo hizo suyos los valores del movimiento por la reforma universitaria que nació en 1918 en Córdoba, Argentina, y que se extendió por América Latina. Congruente con esa forma de pensar, en 1972 renunció a la rectoría de la UNAM para evitar que siguiera el “asedio a la universidad y a su autonomía, y a la organización democrática e independiente de los trabajadores”. Más tarde, en 1999, ante la toma de las instalaciones universitarias por la Policía Federal Preventiva, González Casanova volvería a presentar su renuncia, esta vez como director del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, que él mismo había fundado. “Las razones por las que lo hice tal vez podría reducirlas a dos principales: una, de carácter existencial, y es la posición que he tenido toda mi vida en contra del uso de la violencia, incluso, de la llamada violencia legal a la solución de los problemas universitarios, y otra es más objetiva y corresponde a toda la experiencia histórica y social de América Latina”.
Como universitario, don Pablo es apreciado como un magnífico profesor e investigador, comprometido con la difusión del conocimiento y constructor de instituciones. Hay que destacar que es el único universitario reconocido al mismo tiempo con la doble distinción como profesor e investigador emérito de la UNAM.
En la sociología, González Casanova ha aportado significativamente al pensamiento crítico latinoamericano y a la teoría social mundial, ya sea con las categorías de colonialismo interno y colonialismo global, o con sus investigaciones sobre el Desarrollo, las técnicas de investigación social, la democracia, la sociología de la explotación, las nuevas ciencias y las ciencias de la complejidad, o sobre el vínculo entre el sistema de dominación y acumulación capitalista y el ecocidio.
El carácter crítico de la obra de don Pablo también ha sido víctima de censura, como cuando en la década de 1960 el Fondo de Cultura Económica rechazó publicar La democracia en México, o cuando la dictadura militar de Argentina (1976-83) prohibió La sociología de la explotación.
Desde joven, Pablo González Casanova hizo suya la lucha por la democracia, la liberación y el socialismo, lo que lo ha llevado a acompañar procesos sociales transformadores en casi todo el mundo. En América Latina se le tiene como un hombre que, liberado de toda ortodoxia, acompañó la resistencia contra el golpe de Estado en Guatemala (1954), a la Unidad Popular con Salvador Allende en Chile, al sandinismo en Nicaragua, a la revolución cubana desde 1959, a la revolución encabezada por el comandante Hugo Chávez en Venezuela y, desde luego, a la rebelión zapatista.
Los reconocimientos por su compromiso con las luchas de los pueblos son varios y muy importantes. En enero de 1983, el pueblo cubano, en voz de Fidel Castro, distinguió a don Pablo con la Orden Félix Varela de Primer Grado, reconocimiento a los “aportes extraordinarios en favor de los valores imperecederos de la cultura nacional y universal”. Treinta y cinco años después, en abril de 2018, la Comandancia General del EZLN, por voz del comandante Tacho, anunció que habían decidido nombrar a Pablo González Casanova como el comandante Pablo Contreras, el primer comandante zapatista no indígena. El nombre y reconocimiento, explicaron los zapatistas, se debe, entre otros méritos, a que González Casanova es un hombre de pensamiento crítico e independiente que siempre ha estado del lado de los pueblos.
En 2007, el subcomandante Marcos expresó: “Don Pablo González Casanova es un hombre sabio. Es el único intelectual al que he visto que le hablan con confianza los compañeros y compañeras. […] Yo suelo decir que, cuando sea grande, quiero ser como don Pablo González Casanova. Debo agregar que es uno de esos que provoca recaídas chovinistas y nos hace decir que es un honor ser mexicano”.
González Casanova es un gran ser humano, de corazón joven y pensamiento vigente. Como el sup Marcos, somos muchos los que de grandes queremos ser como él: congruentes, críticos, independientes y siempre al lado de los y las pobres de la tierra. Larga vida a don Pablo.
*Sociólogo.
Twitter: @RaulRomero_mx