Aun cuando en fechas anteriores ya había deslizado algunos señalamientos parecidos, el presidente Andrés Manuel López Obrador concentró, en un discurso en Oaxaca, parte de sus preocupaciones sobre la continuidad de su proyecto y la eventualidad de que luego de 2024 sea trastocado, incluso por parte de un triunfador a nombre de Morena que llegue a Palacio Nacional pero hiciese modificaciones de fondo.
“No somos eternos, sólo el Creador”, fue la frase a partir de la que desarrolló un discurso insólitamente preventivo: “Entonces, por eso se tiene que aprovechar bien el tiempo y la oportunidad, que ahora que hay un gobierno que voltea a ver al pueblo, no perdamos el tiempo y no perdamos la oportunidad, porque no sabemos qué nos depare el destino”.
Llegan nuevas administraciones y cambian lo hecho por la inmediata anterior, describió López Obrador: “Aunque el nuevo gobierno pertenezca al mismo movimiento, ya es una visión distinta y más si –toco madera, pero aquí es plástico– si hay un retroceso, si regresa la corrupción, si regresa el régimen de privilegios, si el gobierno vuelve a ser un comité al servicio de una minoría y se le da la espalda al pueblo, entonces ya no habría estos programas” (todas las citas, disponibles en https://bit.ly/3b1fwWW).
“Y no soy adivino, no estoy hablando al tanteo”, advirtió, antes de relatar la obstrucción de sus opositores en el Congreso para incluir en la Constitución las políticas asistenciales del obradorismo hacia segmentos sociales prioritarios para la llamada 4T. “Claro, como ahora se tiene mayoría y se contó con el apoyo de partidos progresistas, se pudo lograr”, explicó.
En términos prácticos, López Obrador acepta que pueden darse condiciones de cambio en la correlación de partidos en la Cámara de Diputados a partir de las próximas elecciones. Es decir, que Morena puede perder la condición dominante que hasta ahora le ha permitido aprobar iniciativas del Presidente.
También abre el político tabasqueño el análisis sobre el futuro de Morena y de su candidatura presidencial para 2024. No es poca cosa que el propio jefe vigoroso del aparato presidencial, extendido su poder hasta los otros dos de la división clásica (Judicial y Legislativo) y hasta organismos autónomos, tenga dudas de la textura política e ideológica que podría tener su sucesor, eventualmente reductor, constrictor o abiertamente regresivo en temas clave.
San Luis Potosí entró a una etapa de promiscuidad partidista y electoral nunca vista en esa entidad, cuyos procesos políticos siempre han sido complicados, pero sin llegar a los extremos que han propiciado Mario Delgado y el partido que preside, Morena. Ahora, el comisionado de Marcelo Ebrard para asuntos partidistas ha presentado a Xavier Nava Palacios como encaminado a buscar la relección en la presidencia municipal a la que llegó por la vía del Partido Acción Nacional.
En realidad, esa designación es una victoria de un grupo nacional adverso a AMLO, Morena y la 4T, pues Nava (cuyas características políticas han sido totalmente distantes de las de su famoso abuelo, el médico Salvador Nava) ha hecho equipo nacional con el grupo perredista de los Galileos (Guadalupe Acosta Naranjo, uno de ellos), el gobernador panista Javier Corral, el senador independiente Emilio Álvarez Icaza y con ellos y otros activistas anti4T ha marchado y se ha reunido. También tuvo relaciones laborales y políticas con quien sería su padrino, Emilio Zebadúa (durante el gobierno de Chiapas de Pablo Salazar), en una fundación del SNTE, dirigida entonces por Elba Esther Gordillo y en otros ámbitos de quien fue dos veces oficial mayor con Rosario Robles, involucrados ambos, Zebadúa y Robles, en el expediente llamado estafa maestra.
Y, mientras el Presidente algo concede en cuanto a su eventual mejor cuidado: “como yo ya padecí de Covid y me dicen los médicos que me atienden que tengo protección, ellos tienen que valorar si me debo de vacunar pronto o esperar”, ¡hasta mañana!
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