A pesar de los riesgos por la pandemia y de la suspensión de apoyos económicos tras la extinción del fideicomiso de ayuda a las víctimas, grupos de familiares de personas desaparecidas no han dejado de realizar búsquedas en el terreno para encontrar a sus seres queridos.
Una de las activistas que sigue participando en las investigaciones es Yadira González, del colectivo Madres Igualtecas, quien afirmó que no piensa detener sus actividades mientras las desapariciones y otras violaciones de derechos humanos continúen ocurriendo.
“Esto no puede parar, porque como hemos dicho a las fiscalías, la pandemia más grave que tiene México es la delincuencia, la violencia, el dolor de la gente que nos hace falta. No podemos detenernos en lo que se acaba la crisis de salud”, enfatizó la mujer, quien busca a su hermano Juan, desaparecido en Querétaro en 2006.
La emergencia sanitaria, lamentó, ha sido el “pretexto perfecto” de las autoridades de todos los niveles de gobierno para suspender sus indagatorias, por lo que las familias de las víctimas las han realizado por su cuenta. No obstante, uno de los puntos en donde ya no pueden avanzar de la misma forma es en el análisis de los restos encontrados.
“Aquí en Iguala, el 10 de mayo (de 2020) le reportamos a la Fiscalía de Guerrero que había un cráneo y, efectivamente, fueron a ‘levantarlo’, pero no procesaron la fosa. Por fin, con la Fiscalía General de la República, lo hicieron, pero fue apenas ayer”, ocho meses después del hallazgo.
Mientras tanto, en Tamaulipas, Elvira Ramírez y otras integrantes del colectivo Caminando Hacia Ti también han seguido con sus actividades de búsqueda de forma ininterrumpida, a pesar de las carencias económicas y materiales.
“No hemos dejado de trabajar, seguimos haciéndolo a pesar de la pandemia o de los fideicomisos que nos quitaron. Hay muchas compañeras que están enfermas y no pueden salir. Están en silla de ruedas o en muletas, pero no hemos parado. Seguimos haciendo difusiones, y como no tenemos ingresos por parte del gobierno, compramos artículos y los rifamos para poder tener ingresos para las búsquedas”, contó.
Aunque sabe que la región donde vive está “en el ojo del huracán de la delincuencia”, Ramírez –quien busca a su hijo Rosvelt Maldonado, desaparecido en 2013– ha participado en diversas acciones de búsqueda en zonas como La Ribereña, Río Bravo y Valle Hermoso, donde han encontrado bodegas, fragmentos de cuerpos al aire libre y tambos calcinados que aún están a la espera de ser analizados.