Roma. El presidente italiano Sergio Mattarella tomó juramento ayer al ex jefe del Banco Central Europeo Mario Draghi como primer ministro al frente de un gobierno de unidad, llamando a afrontar la crisis del coronavirus y la recesión económica.
Todos los partidos importantes de Italia, excepto uno, cerraron filas en torno al nuevo premier. Su gabinete incluye legisladores de todo el espectro político, así como tecnócratas en puestos clave, como el ministerio de Finanzas, y una nueva cartera de transición ecológica.
Draghi deberá planificar la recuperación de Italia de los efectos de la pandemia y debe ponerse a trabajar inmediatamente en los planes para gastar más de 200 mil millones de euros (240 mil millones de dólares) de fondos de la Unión Europea destinados a reconstruir la economía en recesión.
Si se impone, Draghi probablemente reforzará a la eurozona, que lleva mucho tiempo preocupada por los persistentes problemas de Italia. El éxito también demostraría a los escépticos países del norte de Europa que al ofrecer fondos al sur más pobre fortalecerán a todo el bloque.
Pero se enfrenta a enormes desafíos. Italia está sumida en su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, cientos de personas siguen muriendo de Covid-19 cada día y la campaña de vacunación avanza con lentitud. Draghi sólo tiene tiempo limitado para solucionar las cosas. Italia volverá a las urnas dentro de dos años, pero no es seguro que Draghi pueda sobrevivir tanto tiempo al frente de una coalición que incluye partidos con opiniones radicalmente opuestas en temas como inmigración, justicia, desarrollo de infraestructuras y bienestar. El gobierno de Draghi es el número 67 desde 1946 y el séptimo en la década reciente, lo que ilustra la inestabilidad política de Italia.