En 2008 un grupo anónimo creó el bitcóin. Uno de los objetivos era tener una moneda digital al margen del control de los gobiernos y bancos centrales para hacer transacciones por Internet. En ese entonces, su valor era inferior a un centavo de dólar. Ahora, cada unidad se cotiza en 47 mil 600 dólares –y se mueve cada minuto–, lo que ha despertado el interés de inversionistas y aficionados, al mismo tiempo que enciende alarmas de las autoridades monetarias en todo el mundo, que exponen la necesidad de regular sus transacciones.
La discusión en torno a las criptomonedas detonó de nueva cuenta hace unos días. Elon Musk, el hombre más rico del mundo y dueño de Tesla, una de las compañías tecnológicas más prometedoras del futuro, invirtió mil 500 millones dólares en bitcóin y lo anunció a todo el mundo en su cuenta Twitter. El valor de la moneda virtual creció de manera inmediata hasta máximos históricos.
Según algunos especialistas, el hecho de que Musk haya dirigido parte de sus recursos a un instrumento fuera del sistema financiero tradicional es un guiño al potencial de la criptomoneda como eje de un nuevo sistema monetario; sin embargo, otros advierten sobre los riesgos que representa para los inversionistas por su volatilidad y nula regulación.
Entre las voces que piden mesura se encuentra Agustín Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales (el banco de los bancos centrales), quien unas pocas horas antes del anuncio del dueño de Tesla expresó que “existen buenas razones para que las autoridades controlen las monedas digitales” debido a los vínculos que tienen con el sistema financiero tradicional.
Para el mexicano, quien desde su etapa en el Banco de México pedía cautela ante este tipo de activos, los bancos centrales, los ministerios de finanzas, las oficinas fiscales y los reguladores financieros deben vigilar la “frontera digital”, de forma que garanticen un campo de juego parejo, la funcionalidad del sistema y el valor real del dinero.
Si bien por ahora el valor del bitcóin se mantiene en máximos históricos, se trata de un activo sumamente volátil que en cualquier momento se puede desplomar y hacer perder a los inversionistas grandes sumas, como sucedió en 2017 cuando en sólo unas semanas cayó más de 60 por ciento, al depreciarse de casi 20 mil dólares a menos de 7 mil.
En un estudio reciente, JP Morgan, uno de los bancos más importantes del mundo, concluyó que el valor del bitcóin llegará a ser 10 veces más que el del oro, debido a que ha demostrado ser un atractivo activo de inversión y con un potencial alcista como ningún otro por el interés que despierta entre los millennials, generación que, nacida en la década de los 80, forma parte del grupo de edad con capacidad de realizar inversiones.
No obstante, la institución financiera también advirtió sobre los riesgos de volatilidad a corto plazo, pues desde su punto de vista la moneda virtual se encuentra sobrevaluada debido a anuncios como el que PayPal permitirá su venta, lo que si bien disparó las ventas del bitcóin, también la hacen susceptible a una abrupta caída.
¿Dónde se puede gastar?
En 2010, un húngaro publicó un mensaje en un foro: “Pagaré 10 mil bitcoines por un par de pizzas. Quizá dos grandes, así me queda algo para el día siguiente”. Un lector del sitio lo contactó, se las envió y se realizó la transacción. En ese momento, los bitcoines valía alrededor de 40 dólares, hoy estarían valuados en 470 millones de dólares.
Además de los señalamientos de los bancos centrales sobre su nula regulación, del hecho de que no tengan un valor fiduciario o que tampoco estén respaldadas por algún activo, el problema de las criptomonedas –el bitcóin es sólo una de las tantas que hay ahora– sigue siendo el mismo: un propietario de esos activos difícilmente puede comprar algo directamente.
Lo anterior parece estar en la mente de Elon Musk, quien no conforme con invertir mil 500 millones de dólares en bitcoines a través de Tesla, informó ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos que espera empezar a aceptar el bitcóin como forma de pago “en un futuro cercano”.
Luego de Tesla, otra compañía tecnológica importante como Twitter anunció que ha pensado tener bitcoines en sus balances, pues de acuerdo con su director financiero, Ned Segal, ha considerado cómo pagar a proveedores o empleados que usan esa criptomoneda, en caso de que soliciten realizar transacciones con ella.
Actualmente son pocas las empresas que aceptan pagos con bitcóin. Existen algunas importantes, sobre todo del mundo de la tecnología, como Microsoft, Gyft, Shopify Stores, Newegg, Citibank, CheapAir, Rakuten o Virgin Galactic.
Si se desea invertir o comprar criptomonedas existen sitios especializados, como Bitso, Volabite o Binance, esta última ofrece la posibilidad de adquirir bienes por medio de criptomonedas en operaciones entre iguales, es decir, persona a persona.
No obstante, la realidad es que las monedas virtuales están lejos de ser releventes, en cuanto a su operatividad, en el actual sistema monetario. Su principal uso se da en la llamada “Internet oscura”, donde se realizan operaciones ilegales como compras de armas o drogas gracias a que su uso no deja ningún tipo de rastro que puedan seguir las autoridades.
Al respecto, Carstens señaló en un foro organizado el mes pasado que el bitcóin no es funcional como medio de pago, pues depende del oxígeno que le da la conexión de la infraestructura tradicional, por lo tanto “si la única justificación es el uso para transacciones ilícitas o ilegales, los bancos centrales no pueden permitir que esos tokens se apoyen en gran medida sobre la misma estructura del sistema financiero. Hay un caso sólido para intervención política”.