La peculiar partitura de Les Moutons de Panurge (Las ovejas de Panurge), del compositor estadunidense Frederic Rzewski, tiene indicaciones precisas para los músicos: “Si te pierdes, quédate perdido”. El ensamble mexicano Liminar estrenó el viernes pasado un video con la interpretación de esta obra que instruye a no desfallecer, siempre tocar muy fuerte y no intentar unirse al redil. La música nace a partir de la inexactitud y el error.
“Lo interesante de esta pieza es precisamente el caos que se hace”, opina la chelista Natalia Pérez Turner, sobre el ensayo experimental que hicieron con integrantes del ensamble suizo Contrechamps, unidos gracias a la tecnología. El estreno es parte del 42 Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez (FIMNME).
“Era época de explorar un material extraordinario para lo que hacemos nosotros usualmente. Estamos en tiempos tan extraños en que todo es con pantalla”, señala en entrevista.
El percusionista Diego Espinosa comenta que la obra de Rzewski destaca por varios aspectos: uno es su carácter minimalista que en algunas piezas es muy evidente, este es uno de los casos. Combina la parte académica de su formación clásica en las universidades de Harvard y Princeton, así como otra de improvisación, con una faceta muy libre.
“En Liminar nos enfocamos en la música experimental”, describe al conjunto con un repertorio contemporáneo, que buscan improvisación arriesgada, aunque todos sus integrantes tienen educación formal, algo que los une al espíritu de Rzewski.
El joven músico mexicano mencionó que formó parte de la interpretación de To the Earth, “una pieza que viene al caso, es un homenaje a la Tierra muy poético; se tocan cuatro macetas vacías, ese es el instrumento”.
Y tuvo la oportunidad interpretar para él en la Haya la Pocket Symphony. Conocerlo “fue maravilloso. No es una persona tan extrovertida, aunque a sus 60 años ya era un consagrado. Hay en él algo de anarquía, que nos dice que la música no sea una dictadura siempre”. Se formó en los años 60 y se refleja mucho en sus títulos y en las decisiones de las instrucciones rigurosas de sus piezas, con algún elemento de libertad.
Este músico, considerado uno de los compositores vivos más relevantes, nació en Massachussets en 1938. Además de virtuoso del piano, se le ha clasificado como vanguardista; destaca “por tener un componente social y político”.
Por ejemplo, una de sus piezas más conocidas son las variaciones a El pueblo unido jamás será vencido, del chileno Jesús Ortega, al igual que Coming Together, sobre las cartas de un activista en la prisión de Attica y el motín de 1971.
Este compositor sí se interpreta con frecuencia en México, aunque no tanto como otros minimalistas, entre ellos Steve Reich o Philip Glass, conocidos por la mayoría de la gente.
Escrita en 1969, Las ovejas de Panurge es para cualquier número de músicos con instrumentos melódicos y cualquier número de no músicos tocando cualquier cosa, como escribe Rzewski al inicio de la página.
La partitura apenas ocupa un par de renglones pautados, con 65 notas numeradas. Inicia muy rigurosa: las instrucciones precisan tocar la nota uno y dos, luego uno, dos y tres, y así, consecutivamente, hasta llegar a la nota 65. La melodía se toca completa dos veces y se comienza a sustraer desde el principio. Además se pide ir acelerando. Finalmente, todos improvisan.
“Todo este proceso, aunque tiene ritmos no muy complejos, son irregulares. Está hecha con toda intención para provocar equivocarse, somos humanos. Y se empieza a generar cierto caos y polifonía”, explica Diego Espinosa.
Dejar la borregada
Las ovejas de Panurge hace referencia al libro Gargantúa y Pantagruel, de François Rabelais. En la sátira del siglo XVI se narra la venganza contra un criador de ovejas, Panurge, quien lanza una de ellas al mar, las demás la siguen instintivamente y todo el rebaño se ahoga.
La reciente grabación de Liminar junto a Contrechamps está disponible en el canal de YouTube del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), en el siguiente enlace: https://youtu.be/gDiMucQ5uqs.
Reunidos en un exuberante jardín –en la casa de Diego Espinosa–, por 16 minutos músicos suecos y mexicanos aceleran el ritmo, hasta el caótico encuentro sonoro. Los primeros, al otro lado de océano, se grabaron con una pantalla verde de fondo y fueron colocados a los costados de los mexicanos.
Espinosa, quien interpreta la marimba, comenta que el tema viene mucho al caso porque se refiere al dicho popular de “aventarse como borregos”, como una reacción en cadena de caer al precipicio por seguir a algún líder sin ser críticos, como ha ocurrido en la pandemia, cuando los demás imitan sin tener certeza si la información es correcta.
En este caso, la moraleja es: “Si ya perdiste el ritmo, no intentes regresar con el rebaño”. Rompe con lo que se enseña a todo músico.
Liminar, como parte del 42 FIMNME, estrenó en días pasados la pieza Hearing in Bed, comisionada a Carlos Sandoval, y en diciembre Swallow, de Daniel Zea, como parte de la gira virtual con Contrechamps, pues el año pasado estaba programada una visita a Suiza que tuvo que cambiar de formato debido a la irrupción del Covid-19.
Otras creaciones que se presentarán próximamente son de Daniel Zea, Mélodie Mousset y Carlos Iturralde.
Ambos músicos, el percusionista y la chelista, extrañaron la parte final sobre el rebaño de ovejas, cuando el público se une con improvisación y libertad. El cierre de salas y la cancelación de presentaciones físicas ha fomentado otro tipo de herramientas, como crear a partir de “coreografías gestuales”, con sonidos en ventanitas de Zoom o videos de TikTok.
Aunque la experimentación es fundamental para Liminar, “nos ha quedado muy claro la importancia de la presencia y de las artes vivas como el teatro, la danza y la música”.