Barcelona. En tiempos de pandemia, cuando el toque de queda en Cataluña es a las 10 de la noche, los actos de cierre de campaña se iniciaron a las 20 horas. A diferencia de otras elecciones, en las que los partidos prolongaban los mítines hasta la medianoche, esta vez fueron cortos y con escasa presencia ciudadana.
Aun así, todos los partidos insistieron en sus mensajes y cerraron sus actos con la misma gran incógnita: cuánta abstención habrá el próximo domingo y si ésta será determinante en el resultado final.
Cataluña celebrará sus quintas elecciones autonómicas de los pasados 10 años, una cifra extraordinaria que refleja el grado de convulsión política en esta región inmersa en un proceso de movilización social y política en favor de la independencia y la secesión del Estado español, apoyado por cerca de la mitad de la ciudadanía.
Los anteriores comicios fueron en 2017, cuando una declaración unilateral de independencia fue seguida de una violenta intervención del Estado español, con la irrupción de fuerzas policiales y, sobre todo, con la apertura de procesos judiciales que llevaron a gran parte de los dirigentes del movimiento separatista a la cárcel o al exilio.
Tres son los aspirantes a presidir la Generalitat de Cataluña que según las encuestas tienen más posibilidades de triunfar: Salvador Illa, del Partido Socialista de Cataluña (PSE), quien hasta hace un par de semanas fungía como ministro de Sanidad y fue el máximo responsable de la gestión de la crisis del Covid-19 hasta ahora.
Su templanza y capacidad de diálogo propiciaron su candidatura, aunque muchos cuestionaron que abandonara el ministerio más estratégico justo cuando se sufren los estragos de la “tercera ola” de la pandemia, con más de 500 muertos al día.
La candidata del nacionalismo conservador es Laura Borràs, de Junts per Catalunya (JxCat), fundado por el ex presidente Carles Puigdemont. Las encuestas la favorecen, pero aun así tendrá que negociar para lograr una mayoría, y en esa pugna se encontrará con reticencias de sus grandes detractores, que cuestionan su idoneidad por los casos de corrupción que acumuló cuando fungió como consejera de Cultura del gobierno catalán.
El tercer candidato es Pere Aragonés, el delfín del líder de Esquerra Republicana de Catalunya, Oriol Junqueras –en prisión e inhabilitado para cargo público–, quien ha visto menguandos sus apoyos durante la campaña, según las encuestas, por lo que se prevé que sólo sea crucial para decidir a quién da su apoyo para la investidura.
En el cierre de la campaña, el bloque independentista refrendó el pacto que selló por escrito su compromiso de no apoyar en ningún caso a un gobierno presidido por el PSE y, por tanto, de ningún otro partido que no sea nacionalista. Por lo que, de obtener la victoria el PSE, éste tendría que acudir al llamado bloque españolista o constitucionalista para sumar la mayoría necesaria para formar gobierno.
En cualquier caso, todos los partidos llamaron a la movilización ciudadana para acudir a las urnas a fin de evitar lo que se prevé una abstención histórica que podría ser superior a 40 por ciento si se confirman los pronósticos.
Eso explica, de alguna forma, el manifiesto que hicieron público 70 intelectuales y escritores, presididos por el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el filósofo Fernando Savater, en el que llaman a la participación electoral a fin de “frenar al separatismo” e iniciar un periodo de reconciliación en la sociedad catalana.