Como no saben otra –la creatividad no es su fuerte–, cada que las cachan en algún cochupo –y son muchas los descubiertos– se escuchan los histéricos gritos de las cúpulas empresariales, nacionales y foráneas, y los sectores afines: “las políticas públicas ahuyentan la inversión”, “el gobierno monopoliza la actividad económica”, “nos impide trabajar”, “nos cierra las puertas”, “quiere estatizar todo” y así por el estilo.
Cada que el gobierno destapa una cloaca asociada al gran capital (contratos leoninos en petróleo, gasoductos, prisiones, energía eléctrica, aeropuertos y muchísimo más, siempre a costillas del erario), el coro se pone en acción: “viene el comunismo” (con todo y Sputnik V), por mucho que lo documentado es el permanente cuan descarado atraco a la nación por parte de ese sector, en connivencia con los gobiernos neoliberales.
No son nuevas las advertencias del presidente López Obrador en este tipo de negocios sucios, ni sus invitaciones a que los empresarios involucrados los limpien y erradiquen esas prácticas, pero éstos solo gritan, patalean y chantajean. El mandatario dejó en claro que “los gobiernos neoliberales entregaron el mercado de la electricidad a particulares violando la Constitución y con contratos leoninos muy favorables a los privados, tanto en la adquisición de gas como en la compra de la energía eléctrica, dejando de lado a la Comisión Federal de Electricidad con un plan de cerrar las plantas de la CFE para dejarles todo el mercado a las particulares”.
Pero bueno, lo más reciente –que tampoco es nuevo– es el robo “legal” en materia de energía eléctrica, amparado en contratos leoninos que a la parte privada permite pingües ganancias a costillas de la nación y a la neoliberal la desaparición (fallida, felizmente) de la Comisión Federal de Electricidad, una de las empresas productivas del Estado (la otra es Petróleos Mexicanos, a la que los tecnócratas también destazaron).
Como bien lo reseñó La Jornada, “la CFE informó a la Cámara de Diputados que de mantenerse el esquema vigente de contratos con los productores independientes de energía (PIE), el daño a la nación se calcula en 412 mil millones de pesos por subsidios, riesgos cambiarios y de inflación, bajo despacho y tarifas crecientes. La CFE sufre una sangría: los subsidios a PIE ascienden a 249 mil 606 millones, y de este monto 56 mil 175 millones corresponden exclusivamente a la trasnacional Iberdrola por la operación del parque eólico La Venta, en Oaxaca. En el parlamento abierto convocado por la Comisión de Energía para discutir la iniciativa presidencial de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, funcionarios de la CFE aclararon que no hay una nacionalización disfrazada y llamaron a poner fin al saqueo de un pequeño grupo de particulares, de gánsteres que se han hecho intensamente ricos con los contratos obtenidos al amparo de la reforma energética del sexenio pasado”.
Por cierto, la trasnacional española Iberdrola reconoce oficialmente que uno de sus más jugosos filones en el ámbito global es la venta de electricidad a la CFE, “nuestro mayor cliente a nivel mundial”, de tal suerte que es el único de sus negocios en el planeta que “no tiene riesgo”. ¡Claro!, así quedó establecido en los contratos leoninos que le regalaron los gobiernos neoliberales.
Y el tema nada tiene de nuevo, porque desde hace años la Auditoría Superior de la Federación advierte que la política energética de los neoliberales sólo llevaba a la ruina a la CFE y a Pemex. Por ejemplo, en uno de sus análisis la institución documentó: en el periodo 2014-2016 –ya con la reforma peñanietista en operación– la energía eólica producida por la CFE tuvo un costo promedio de 386.2 pesos por megavatio/hora, en tanto el de los productores externos (con Iberdrola en primerísimo lugar) fue de mil 440 pesos (una diferencia de casi cuatro tantos. Por ello, los precios pactados en los contratos “no constituyen condiciones favorables” para la empresa productiva del Estado.
Las rebanadas del pastel
Para dar una idea del atraco, sólo con el subsidio (56 mil millones de pesos por cortesía de los neoliberales) que recibe Iberdrola, el gobierno mexicano podría casi duplicar el volumen de vacunas que hasta ahora tiene asegurado.