Viena. Irán inició la producción de uranio metal para utilizarlo como combustible en uno de sus reactores, una nueva violación de sus compromisos del acuerdo de 2015, aseguró ayer la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA).
El 8 de febrero, esta agencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU), con sede en Viena, “verificó 3.6 gramos de uranio metal en la planta de Isfaján” (centro), según una declaración enviada a la Afp.
El asunto es sensible, porque el uranio metal puede usarse para fabricar armas nucleares.
El director general de la OIEA, Rafael Grossi, informó a los estados miembros de esta nueva etapa que, según Teherán, tiene como objetivo “producir combustible” como parte de las actividades de investigación y desarrollo.
El Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), que firmaron en 2015 Irán y seis grandes potencias (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania), incluye una prohibición de 15 años en lo que respecta a “la producción o adquisición de metales de plutonio o de uranio y sus aleaciones”.
El pacto prevé que Irán podría ser autorizado a empezar a investigar la producción de combustible a base de uranio “en pequeñas cantidades” al cabo de 10 años, pero solamente con la autorización de los otros firmantes.
Ese anuncio llega un mes después de la reanudación por parte de Teherán del enriquecimiento de uranio a 20 por ciento.
La retirada en 2018 de Estados Unidos, con Donald Trump, del pacto nuclear y la reimposición de sanciones a Irán implicó que Teherán violara progresivamente desde 2019 los términos del acuerdo.
Aunque la llegada del nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dio cierta esperanza a una reanudación del diálogo, Teherán ya advirtió que no dará marcha atrás mientras Washington no levante sus sanciones.
“Pronto mi gobierno se verá obligado a tomar nuevas medidas en respuesta al fracaso de estadunidenses y europeos” en el cumplimiento de su parte, dijo ayer el canciller iraní, Mohammad Javad Zarif, horas antes del anuncio de la OIEA.
El Parlamento iraní fijó para el 21 de febrero la fecha en que Irán podría restringir el acceso de los inspectores de la OIEA a sus plantas, una línea roja que podría socavar las maniobras entre bastidores para salvar el acuerdo.
A todo esto, un funcionario del Departamento de Estado informó que Washington ha vendido más de un millón de barriles de combustible iraní incautado el año pasado y que estaba destinado a Venezuela, mientras otro barco con crudo iraní interceptado navega hacia un puerto del país norteamericano.
Las incautaciones forman parte de las sanciones económicas a Teherán a causa de su programa nuclear y de la designación por parte de Estados Unidos de una serie de grupos iraníes como terroristas.
En un nuevo enfoque el año pasado, el gobierno del ex presidente Donald Trump utilizó procedimientos de confiscación civil para incautar 1.2 millones de barriles de gasolina que, señaló, eran enviados desde Irán a Venezuela a bordo de cuatro buques cisterna.
Los envíos, la mayor incautación de combustible iraní por parte de Washington hasta la fecha, fueron transferidos a otros buques y enviados a Estados Unidos, donde se pretendía vender el combustible y distribuir las ganancias a un fondo para las víctimas estadunidenses del terrorismo patrocinado por ese Estado.