Milán. Uno de los frescos más famosos del mundo, La última cena, de Leonardo da Vinci, salió esta semana del encierro impuesto por el Covid-19 y los amantes del arte ya pueden admirarla en el convento de los dominicos en Milán.
Lejos de las aglomeraciones turísticas habituales, residentes de la capital de Lombardía aprovechan la ocasión para reservar entrada al convento de Santa María delle Grazie, donde se encuentra la pintura mural ejecutada entre 1495 y 1498.
“Para mí esto es un renacimiento, vuelvo a vivir. Después de esta terrible pandemia, puedo escapar, aliviar el alma, volver a sentir emociones”, asegura Alessandra Fabbri, de 37 años, quien trabaja en publicidad digital.
Residente en Milán, pero originaria de Urbino, el lugar de nacimiento de Rafael en el centro de la península, otro maestro de la pintura, observa fuertes vínculos entre esos grandes artistas del Renacimiento.
Después de la medición obligatoria de la temperatura, grupos de 12 personas pueden ingresar en silencio y por 15 minutos al refectorio, donde se encuentra una de las obras de arte más bellas del mundo, que representa la cena en la que Jesús anuncia que uno de sus discípulos lo traicionará.
“Es la más hermosa que he visto, una mezcla de arte y espiritualidad, es mágica”, sostiene extasiada Anna Oganisyan, de 50 años, pianista francesa que vive en Milán.
Acompañada por su hija Anne-Charlotte, Oganisyan consiguió a último minuto las entradas, lo que sería imposible antes de la pandemia, ya que había que reservar con tres meses de anticipación.
Meta imprescindible para 60-70 por ciento de turistas extranjeros antes de la pandemia, la obra del genio del Renacimiento, está a disposición ahora para los milaneses.
“Apostamos por un turismo local que los milaneses reclamaban; estos lugares estaban copados por el turismo internacional”, estima Michela Palazzo, directora del Museo Cenáculo Leonardo Vinci.
El museo, que volvió a abrir sus puertas el martes, había cerrado en el primer confinamiento decretado a finales de febrero. Luego reabrió del 10 de junio al 5 de noviembre. Los ingresos del recinto, de 1.2 millones de euros anuales, cayeron 80 por ciento en 2020. En 2019, el claustro batió un récord con más de 445 mil visitantes debido a las conmemoraciones del 500 aniversario de la muerte de Leonardo da Vinci.
“No hay más filas, el silencio predomina, son las condiciones óptimas para admirar esta extraordinaria obra maestra y escapar de la pandemia”, dice Michela Palazzo.