Washington. Descubrir que hay vida inteligente más allá de la Tierra podría ser el hecho más transformador en la historia de la humanidad. ¿Qué pasaría si los científicos decidieran ignorar la evidencia que sugiere que esto ya sucedió?
La anterior es premisa del nuevo libro de un astrónomo de primer nivel. Sostiene que la más simple y mejor explicación de las características extremadamente inusuales de un objeto interestelar que atravesó el sistema solar en 2017 es que se trataba de tecnología alienígena.
Avi Loeb asegura que en la comunidad científica están tan absortos en el pensamiento grupal que no están dispuestos a manejar el principio de la Navaja de Occam (en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable).
Sus credenciales (fue el catedrático de astronomía con más años de servicio en Harvard, ha publicado cientos de artículos pioneros y ha colaborado con grandes figuras, como Stephen Hawking) hacen que sea difícil descartar por completo su tesis. “Pensar que somos únicos, especiales y privilegiados es arrogante”, dijo a Afp en entrevista.
“La postura correcta es ser modesto y decir: ‘No somos nada especial, hay muchas otras culturas por ahí y sólo tenemos que encontrarlas’”, explica. Loeb, de 58 años, expone el argumento de los orígenes extraterrestres del objeto Oumuamua (explorador, en hawaiano) en Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth (Extraterrestre: el primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra).
En octubre de 2017 astrónomos observaron un objeto que se movía tan rápido que sólo podría haber venido de otra estrella, con lo que sería el primer intruso interestelar registrado. No parecía ser una roca ordinaria, porque después de lanzarse alrededor del Sol, aceleró y se desvió de la trayectoria esperada, impulsada por una fuerza misteriosa. Esto podría explicarse fácilmente si se tratara de un cometa que expulsa gas y escombros, pero no hay evidencia visible de esta “desgasificación”.
El objeto viajero también se sacudió de manera extraña, se infirió por cómo se volvió más brillante y más tenue en los telescopios y fue inusualmente luminoso, lo que puede sugerir que estaba hecho de un metal brillante. Para explicar lo sucedido, los astrónomos tuvieron que idear teorías novedosas, como que estaba hecho de hielo de hidrógeno y así no tendría rastros visibles. “Las ideas que surgieron para explicar propiedades específicas de Oumuamua involucran algo que no habíamos visto nunca ante –dijo Loeb–. Entonces, ¿por qué no considerar un origen artificial?”
“Oumuamua no fue fotografiado de cerca durante su breve estadía; sólo supimos de su existencia una vez que ya estaba saliendo de nuestro sistema solar.”
Hay dos formas que encajan con las peculiaridades observadas: larga y delgada como un cigarro, o plana y redonda como un panqueque, casi tan delgada como una navaja.
Loeb dice que las simulaciones apuntan a esta última y cree que el objeto fue diseñado deliberadamente como una vela ligera propulsada por radiación estelar. Otra rareza fue la forma en que se movió, lo que acentuó la extrañeza de su paso.
Antes de encontrarse con nuestro Sol, Oumuamua estaba “en reposo” en relación con las estrellas cercanas, algo estadísticamente muy raro. En lugar de pensar en él como una nave que se precipita en el espacio, desde la perspectiva del objeto, el sistema solar se estrelló contra él.