Apenas en las etapas iniciales de su análisis por los especialistas, el Censo de Población 2020 perfila el retrato de un México “con grandes carencias y el fracaso de muchas de las políticas públicas establecidas en años recientes; un país que necesita verse reflejado en esas cifras y, desde ellas, tomar decisiones fundadas”, expone en entrevista el sociodemógrafo Carlos Welti.
Para ilustrar, aborda dos registros del ejercicio censal: casi la mitad de la población no tiene acceso real a servicios de salud, y la cifra de viviendas unipersonales se han duplicado en lo que va del siglo hasta representar 12 por ciento; esto es, uno de cada ocho hogares es de personas solas. Y son datos objetivos, centrales –dice– porque ilustran la realidad desde la cual México encara la crisis sanitaria por Covid-19.
Welti, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y dedicado por décadas a la demografía, ubica al censo como la manera más fiel que tiene un país para conocerse.
“Representa la buena fe de la información de quienes responden al cuestionario y donde todo lo es comprobable. Esa es la diferencia con una encuesta”.
Si bien “ningún censo logra una cobertura total”, los avances tecnológicos, el control de la calidad en la captura y la organización previa, permiten definir al Censo 2020 como un ejercicio completo.
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática documentó cada fase, emitió los primeros resultados y se espera para marzo la resultante del cuestionario ampliado. “Una de las grandes virtudes de un censo es que nos confronta con la realidad. Todas las ideas, positivas o negativas, creadas por nuestra mente sobre el país se ven contrastadas con lo que muestra el censo”, precisa.
A partir de su exploración inicial, el doctor Welti expresa su “preocupación creciente” ante el dato de que 30 millones de mexicanos “se declaran sin acceso a ningún servicio de cuidado de la salud” y muestra que aún queda un horizonte lejano al objetivo de la cobertura universal. “Lo que estamos viviendo en la pandemia es un reflejo”.
Ex comisionado por la UNAM en el Sistema de Vigilancia Epidemiológica, el académico detalla su observación sobre los cambios experimentados en los hogares. “Es un proceso especial ante la pandemia porque se pide a la gente quedarse en casa, pero no se considera la gran cantidad de personas viviendo solas, como mujeres y hombres viudos, de edades avanzadas y sin seguridad social”. De ese modo, “el censo nos muestra que, en números absolutos, hay más de 4 millones de mexicanos en tales condiciones” y esto debería tomarse en cuenta en las medidas para atender la pandemia.
El investigador concluye que hay necesidad de transformar las organizaciones diseñadas para garantizar la salud y la sobrevivencia, sobre todo en crisis individuales y colectivas como la actual.
“Si a los 33 millones que declaran no tener afiliación a servicios de salud se agregan quienes no tienen acceso real a los mismos porque el sistema carece de medicamentos, instalaciones adecuadas, equipos médicos ni personal especializado suficiente, podría decirse que la mitad de la población no tiene cobertura, y ese es el gran fracaso de la sociedad mexicana. Esas son las cosas que nos permiten ver el censo: un país con carencias y urgido de reflejarse en esas cifras para tomar decisiones fundadas: no hay otra fuente de información que permita un retrato nacional con ese nivel de desagregación”.