Este año se cumplen 13 del estreno de Iron Man, la primera película protagonizada por Robert Downey Jr. dentro de lo que ahora se conoce como el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU, por sus siglas en inglés).
Con sus detractores como sus amantes, lo que inicialmente parecía una adaptación más de los cómics a la gran pantalla se ha ido expandiendo hasta dar como resultado no sólo un sinfín de películas, series, dibujos animados, videojuegos, atracciones en parque de diversiones e infinidad de productos promocionales, sino también una nueva forma de concebir el entretenimiento popular para las audiencias masivas.
Desde la participación de una latinoamericana como la argentina Victoria Alonso en la silla de vicepresidenta ejecutiva de producción de los Estudios Marvel, hasta el exitoso posicionamiento de personajes pertenecientes a minorías como las comunidades afroestadunidenses (con el exitoso caso de Pantera Negra) y latinas (como Miles Morales, el Hombre Araña de orígenes puertorriqueños, y más recientemente con la llegada de nombres como Salma Hayek, Tenoch Huerta o Tony Dalton al MCU), el ambicioso plan expansivo de Marvel en los medios audiovisuales no es algo de lo que haya precedente alguno.
Los Estudios Marvel, como muchos de los personajes que representa, son un mutante que se ha desarrollado, primero del mercado de las historietas impresas al cine y la televisión, hasta lo que ahora es un estudio cinematográfico que busca explorar géneros y formatos que quizá ningún otro se atrevería por el riesgo que implica cuando de obtener dividendos se trata. Pues, aunque claramente su músculo depende de las propiedades intelectuales que ostenta –mismas que han probado tener audiencias dispuestas a pagar por su consumo en cualquiera que sea la presentación– sería erróneo demeritar los logros alcanzados en términos económicos y creativos, no obstante si son del agrado de todo el público que asiste a las ahora lastimadas salas de cine.
Dentro de sus ambiciosas movidas y en medio de una situación global que mantiene las butacas de los cines vacías, Marvel ahora llega a las plataformas de streaming con un producto tan particular que ha logrado dividir incluso a su público más cautivo, pues con una serie como WandaVision no titubearon para enfrentar a sus seguidores con un material que requiere más paciencia de lo acostumbrado (los detractores mostraron molestia por haber esperado cuatro de los cinco episodios disponibles para que la serie se conectara con el resto del MCU).
Si bien es una serie que lentamente nos lleva a la interconexión entre las diferentes películas y personajes que hemos conocido desde la llegada de Iron Man, Capitán América, Hulk, Spider Man y más, también es cierto que se separa del resto por haber iniciado más como un reconocimiento de la historia de la televisión estadunidense a lo largo de seis décadas, pues cada episodio juega con formatos populares para todos los que conocemos shows como el de Mary Tyler Moore, Dick Van Dyke, La Familia Brady o más recientes, como Malcolm In The Middle o Breaking Bad, sin olvidar su origen como un producto derivado del cómic.
La vida americana
Es a través de estos episódicos pastiches y eventuales guiños a la cultura pop que WandaVision no sólo nos lleva a través de las situaciones que viven sus personajes, como los superhéroes titulares Bruja Escarlata (Elizabeth Olsen) y Vision (Paul Bettany), sino que también se permiten hacer comentarios sobre la importancia de la televisión como testimonio de una sociedad en constante desarrollo. De eso platicamos con su director Matt Shakman, su guionista y productora Jac Schaeffer, así como son sus protagonistas Elizabeth Olsen y Paul Bettany.
–La serie va y viene por diferentes géneros y épocas de la televisión, especialmente de Estados Unidos. Marvel y Disney son un fenómeno global. ¿Con qué se encontrará el público, hayan o no crecido viendo todas las series a las que hacen referencia, para identificarse?
–(Matt Shakman) Lo más importante de la serie es que, tengas o no las referencias, se trata de una especie de rompecabezas que nos irá guiando a un lugar muy específico. En el camino se encontrarán con mucho drama, romance y aventuras. El objetivo final es más grande que la suma de sus episodios o referencias, porque tiene que ver con el arco dramático de los dos personajes principales, sin importar los formatos que irá atravesando.
–(Paul Bettany) Te mentiría si digo que pienso igual. Primero, porque ese es trabajo de los creadores y creadoras, pero al menos te puedo decir que sí crecí con esas referencias en Inglaterra. El imperialismo cultural de Estados Unidos era muy fuerte en mi país durante los años 70. Crecí viendo esos productos que nos vendían una versión de lo que era el modo de vida americano; programas como I Love Lucy, El show de Dick Van Dyke o La Familia Brady. Es todo lo que había los fines de semana en la televisión y, como niño, veía a Estados Unidos como ese lugar exótico y fantástico, pero supongo que esto funcionó de alguna manera porque ahora vivo aquí.
–Algo interesante de la serie es cómo estos cambios de género y de época se traducen en el lenguaje visual, el tipo de imágenes, de diálogos y de situaciones. Esto se hace más notable en torno a los personajes femeninos, pues juegan diferentes papeles, dependiendo de la época en la que se sitúan los diferentes episodios.
–(Elizabeth Olsen) Por supuesto. Es algo que sabíamos que se tenía que hacer evidente. Por ejemplo el escándalo que representaba en los años 60 que una mujer usara pantalones y la importancia de que alguien tan querida como Mary Tyler Moore lo hiciera siempre. La relación entre la comedia de situación en Estados Unidos y cómo fue cambiando, o incluso en el sentido del humor que también ha evolucionado, se volvieron muy relevantes porque la historia que contamos verdaderamente es más grande que lo que cada episodio muestra. Es importante entender a qué se deben esos cambios y qué nos dicen de la sociedad que están reflejando. Una vez que vayan descifrando esa gran historia, entenderán por qué era primordial reflejar esa constante evolución a través de formatos y situaciones cambiantes.
–El simple hecho de que la serie nos sugiera que mucho de lo que vemos tiene relación directa con el personaje de Wanda, o Bruja Escarlata si nos referimos a su versión como súper heroína, la pone a ella y a otros personajes femeninos en el centro de esta historia. ¿Por qué era importante esta perspectiva en el cine de súperheroes?
–(Jac Schaeffer) Me gusta mucho escribir para mujeres. Empezando porque yo soy mujer y en mi vida hay muchas mujeres que son importantes; siempre tengo como objetivo concebir personajes femeninos bien delineados. Creo que la experiencia femenina es compleja, y más si se tienen súper poderes. Pero también estoy convencida de que esos poderes son sólo metáforas de las muchas cosas que nosotras debemos enfrentar en el mundo.
“Me emocionaba mucho escribir no sólo para el personaje de Elizabeth Olsen, sino también para Teyonah Parris, Katherine Hahn y Kat Dennings, pues es un momento crucial para exponer las luchas personales e internas de sus personajes como los diferentes ángulos que representan de esa experiencia femenina. Es importante que las nuevas generaciones vean mujeres que están en donde están por sus méritos, que son escuchadas y son líderes. En tiempos de apertura e inclusión es vital normalizar personajes como estos.”