Nos disgusta la incertidumbre y la indeterminación.
Crisis. Pero ahora lo que tenemos es una triple crisis, todas plagadas de incertidumbre. ¿Qué es Covid-19? ¿Cómo se combate? ¿Cuándo retomaremos el crecimiento? ¿Cómo reducir la pobreza y atemperar la desigualdad? ¿Cómo está afectando a la convivencia social la simultaneidad de estas crisis? ¿Qué efectos tendrán en el ejercicio democrático? Hay desde luego proyecciones, pero es difícil prever las interacciones entre la pandemia, la crisis económica, su impacto en la sociabilidad y en el ejercicio de la democracia.
El contexto. La polarización en el país se expresa en dos ámbitos diferentes. En la opinión pública existen segmentos polarizados a partir de estereotipos. Para unos AMLO conduce inexorablemente al debilitamiento de la democracia. Para otros la crítica al actual gobierno proviene de los enemigos de la transformación. Se trata de minorías intensas, vociferantes. Afortunadamente existen posiciones matizadas sustentadas en argumentos y datos. Aun así, las posiciones extremas contaminan el ambiente necesario para impulsar sólidas deliberaciones.
En el ámbito de las sociedades locales –urbanas y rurales– ocurre una polarización social expresada en linchamientos, ataques armados a comunidades, guardias de autodefensa, agresiones entre alumnos, población desplazada por la violencia, conflictos intrafamiliares. Son muy preocupantes las agresiones hacia las mujeres. Se supone la ausencia del Estado y se recurre, a menudo, a la justicia por propia mano.
Confianza y representación. Se encuentran dañados los mecanismos que permitían que desarrollara con ciertas (a)normalidad –siempre tensa, empero–, la interacción entre sociedad y Estado. Uno de estos mecanismos es la dotación mínima de confianza entre los ciudadanos y sus gobiernos y entre los ciudadanos mismos, que constituye el lubricante para que la maquinaria funcione. Otros mecanismos que desempeñaban la función de agregación de intereses, como los partidos políticos, están dañados.
Slavoj Zizek, Byung-Chul Han y Peter Sloterdijk, tres filósofos contemporáneos con diferentes visiones concuerdan en que la actual pandemia ha demostrado las debilidades del modelo económico actual y ha puesto en duda las capacidades de los gobiernos democráticos para afrontar las crisis. Zizek pregona la reinvención de las relaciones políticas y económicas actuales hacia formas de convivencia basadas en la solidaridad entre naciones. Para Han, el resultado de la pandemia no será una nueva sociedad solidaria, sino el fortalecimiento de los gobiernos autoritarios y la disminución de las libertades individuales. Sloterdijk menciona que la actual pandemia ha demostrado la necesidad de impulsar formas de convivencia solidarias a partir del reconocimiento y cuidado del otro.
El lenguaje de la incertidumbre. Pierre Rosanvallon, quien publicó recientemente un estudio clave sobre el populismo, discute en una entrevista con Le Nouvel Observateur los errores básicos cometidos por los gobiernos en el manejo de la pandemia, empujados por la voluntad de dar la apariencia de tranquilidad y seguridad, y desechando hablarle a la ciudadanía en el lenguaje de la incertidumbre. Es decir, diciéndoles lo que se sabe y lo que no se sabe.
Sin respuestas. Las preguntas al inicio de esta entrega no tienen respuestas definitivas, tienen aproximaciones, hipótesis, conjeturas. Para responderlas se requiere un ambiente propicio para la deliberación.
Dos textos, uno de Laurie Anne Jiménez intitulado Un daño irreparable, y otro, bajo el patrocinio del Instituto Nacional de Salud Pública y con la participación de varios científicos y centros investigación, el informe Recomendaciones para la atención de la pandemia de Covid-19, ilustran dos polos del debate, no en cuanto a contenido solamente, sino en cuanto a tono y propósito. En mi próxima entrega hablaré sobre ambos textos.
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