Quito. Andrés Arauz cerró ayer su campaña presidencial en esta ciudad. Estuvo acompañado por candidatos y candidatas que se presentarán para disputar la Asamblea Nacional en las elecciones del próximo domingo. “Una sola vuelta”, fue una de las consignas más repetidas, en referencia al intento de que el candidato de la revolución ciudadana gane en primera ronda.
“Este siete de febrero se verá reflejado en un voto contundente en una sola vuelta (…) el pueblo ecuatoriano está harto y no va a aguantar una traición más, les puedo jurar total lealtad al proyecto de la revolución ciudadana”, afirmó Arauz desde el escenario, donde fue precedido por un mensaje grabado del ex presidente Rafael Correa.
El candidato se refirió a los tres ejes principales de su propuesta de gobierno: trabajo, dignidad y futuro. “Sabemos que estamos en una crisis muy dura a nivel mundial, enfrentamos una pandemia, lo que les puedo garantizar es que jamás sacrificaremos la dignidad de nuestro pueblo, nuestra prioridad siempre estará en el pueblo ecuatoriano”, expresó.
El acto se desarrolló en el mismo sitio donde en febrero de 2019 tuvo lugar el epicentro de levantamiento indígena y popular que se opuso al ajuste acordado con el Fondo Monetario Internacional, en particular el aumento del precio de la gasolina, que buscaba llevar adelante el gobierno de Lenín Moreno. Una de las heridas de aquellos días fue Jahaira Urresta, quien perdió un ojo por la represión, y ahora es candidata al Poder Legislativo.
“Desde el inicio de la precampaña tenemos amenazas que buscan la manera de dañar las elecciones, incluso alargar el tiempo, o de una manera u otra cancelar la votación, nuestro llamado es a las organizaciones internacionales para que sean garantes y veedores del sufragio del pueblo ecuatoriano”, afirmó Urresta en el acto.
Parte de las amenazas al proceso electoral señaladas por la candidatura de Arauz y Andrés Rabascall como vicepresidente estuvieron centradas sobre el Consejo Nacional Electoral (CNE). Por esa razón, al finalizar el acto, al cual vinieron delegaciones de varias partes del país, tuvo lugar una caravana que avanzó ya con el inicio de la noche hasta la sede de la autoridad electoral.
Poco antes de que comenzara el acto de Arauz, Guillermo Lasso, candidato de la fuerza CREO en alianza con el Partido Social Cristiano, cerró su campaña en Guayaquil, provincia de Guayas, punto determinante para las elecciones. El día anterior lo había hecho en la ciudad de Quito, otro de los epicentros necesarios para acceder a la presidencia. Lasso, ex presidente del banco de Guayaquil y actual accionista, acusado por la tenencia de numerosas cuentas offshore, propone entre otros puntos dejar atrás la Constitución aprobada en 2008, bajo el primer mandato de Correa.
La mayoría de las encuestas muestran a Lasso –quien ya perdió en 2013 y 2017– en segundo lugar, detrás de Arauz, con una diferencia de más de 10 puntos entre ambos, y la posibilidad de que el primero llegue a los 40 necesarios para la victoria en primera vuelta. Existe, a su vez, un porcentaje de indecisos, cercano a 20 por ciento, que podría modificar los resultados de las encuestas, así como podría hacerlo la existencia de un voto oculto, algo que, por ejemplo, en las elecciones bolivianas del 20 de noviembre pasado tuvo un peso importante.
La posibilidad de una victoria del candidato de la revolución ciudadana se ha traducido en varios ataques mediáticos, en particular a través de las redes sociales, una campaña a la cual se ha asociado a Lasso, presidente de la fundación Ecuador Libre, parte de Atlas Network, que reúne a cerca de 500 fundaciones de derecha en el mundo que, entre sus actividades, se encuentra la de llevar adelante acciones de este tipo.
El país llega a la contienda luego de cuatro años que significaron un giro de 180 grados del gobierno de Lenín Moreno, que debía continuar con el proyecto de la revolución ciudadana y, en lugar de eso, encabezó un proceso de apertura neoliberal, persecución política, judicial y mediática interna hacia la fuerza que lo llevó a la presidencia, y un alineamiento irrestricto con Estados Unidos.
El domingo será entonces un punto de quiebre para el futuro de Ecuador, donde se jugará la profundización del modelo neoliberal ahora de la mano de un banquero, o el regreso, actualizado a las circunstancias de esta época, de las políticas impulsadas bajo los gobiernos de Correa, que se mantienen en las memorias populares como años de estabilidad y crecimiento, a pesar de las campañas mediáticas destinadas a borrar sus logros.
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