Madrid. Jordi Savall y sus dos violas da gamba –la bajo y la soprano– emprendieron un viaje musical por el mundo, en el que los sonidos más misteriosos y profundos del Renacimiento y el Barroco europeos se mezclaban con los silbidos lúdicos y divertidos de la música popular; se desplegó la elegancia y sentido del humor de uno de los grandes maestros vivos de la música.
Después de un confinamiento obligado por su positivo a Covid-19, que le obligó a suspender varias actuaciones, el músico e investigador catalán realizó una pequeña gira por ciudades españolas con el mismo programa, en el que tocó piezas que iban desde los españoles Diego Ortiz o Gaspar Sanz hasta el alemán Johann Sebastian Bach, el francés Marin Marais y hasta culminar con una guaracha mexicana y un par de danzas peruanas recuperadas del llamado Códice Trujillo.
Descubridor de sonidos perdidos
Acompañado de sus inseparables instrumentistas del Hespèrion XXI, Andrew Lawrence-King, con su arpa triple barroca, y Xavier Díaz-Latorre, con su tiorba y su guitarra barroca. Jordi Savall, de 79 años, es quizá uno de los musicólogos más doctos en música del Renacimiento y el Barroco, una gran parte olvidada o perdida durante siglos en archivos polvorientos o libros olvidados en algún rincón de una biblioteca pública. Su vocación de descubridor y recuperador de esa historia musical heredada a lo largo del tiempo, no sólo en Europa, sino también en los rincones más inhóspitos del mundo, ha sido una de sus grandes tareas. Gracias a esa vocación por la música antigua se han vuelto a escuchar en las salas de cámara y sinfónicas de todo el mundo partituras que habían estado silenciadas durante siglos y que ahora, como ocurrió en su día con los libros para viola da gamba de Marin Marais, vuelven a cobrar vida.
Instrumentos homenaje
La sala de cámara del Auditorio Nacional de Madrid fue el escenario en el que se volvieron a escuchar los vibratos que emitían los instrumentos presentes en el escenario y que por sí mismos eran un homenaje a la historia de la música: las dos violas da gamba, el arpa triple barroca, la tiorba y la guitarra barroca. Con eso hicieron un recorrido vibrante, divertido y profundo de la música de distintos países nacida entre los siglos XVI y XVIII.
En la primera parte del concierto, los músicos interpretaron fragmentos del Tratado de glosas, de Diego Ortiz (1553), y una suerte de variaciones sobre la tarantela de Gaspar Sanz, momento en el que brillaron con luz propia la guitarra de Díaz-Latorre y la viola más grave de Savall, que dio varios hermosos golpes de arco y extrajo sonidos que rememoran los grandes hallazgos filosóficos de aquella época, por su profundidad épica. Después, el viaje siguió por tierras británicas, con una selección de Musical humors, de Tobías Hyme (1605). A continuación entró en el mundo de Emilio de’ Cavalieri, uno de los músicos de la famosa Camerata Fiorentina, con inclusión de la sinfonía de su famosa Rappresentatione di anima e di corpo (1600) y del intermedio de La pellegrina.
De Alemania, en solitario, Savall ejecutó la Allemande en re menor BWV 1011, de Bach, y el Aria burlesca en re menor, de Schenck, uno de los momentos más bellos del concierto por esos silencios intercalados que provocaron más de un suspiro en una sala a mitad de aforo por las restricciones sanitarias. Luego vino el homenaje a uno de sus compositores más queridos, el francés Marin Marais, aquí sí junto al arpa y la tiorba; más tarde, guitarra.
El final fue sugerente y sorprendente, con un regreso al mundo de la improvisación del Barroco, en el cual Savall logró con su viola da gamba más aguda alcanzar el sonido de los pájaros, antes de la pieza anónima Los canarios. Como remate, con soltura y emoción, interpretó una guaracha mexicana y dos danzas peruanas recuperadas del Códice Trujillo.
Un viaje por la historia de la música al alcance de muy pocos músicos. Savall, ya cerca de cumplir 80 años, sigue empeñado en renovarse cada vez que se presenta en una sala de conciertos, con sus inseparables instrumentos, las violas da gamba.