Moscú. El Kremlin defendió el miércoles su "firme" respuesta policial a las protestas que exigen la liberación del opositor Alexéi Navalni, cuyo movimiento quiere seguir luchando a pesar de la represión y el encarcelamiento de su líder.
Un importante movimiento de protesta que no se veía desde hacía años se extendió por toda Rusia desde el encarcelamiento a mediados de enero de Navalni.
El opositor regresaba a Rusia tras cinco meses de convalecencia en Alemania, donde se recuperaba de un envenenamiento del que acusa a Vladimir Putin.
Juzgado por violar su control judicial en un caso que se remonta a 2014, el martes le conmutaron su pena en suspenso por dos años y ocho meses de prisión efectiva.
Su encarcelamiento provocó un gran revuelo en Europa y en Estados Unidos, y desató críticas contra Rusia.
El juicio provocó inmediatamente manifestaciones en el centro de Moscú y San Petersburgo, que se saldaron con 1.400 nuevas detenciones e imágenes de violencia policial.
Disturbios en Rusia
— DW Español (@dw_espanol) February 3, 2021
Más de 1.000 arrestos en Rusia en manifestaciones pro-Navalni. La mayoría de los arrestos tuvieron lugar en Moscú, donde la Policía reprimió las protestas en rechazo a la condena a prisión del líder opositor.#madeforminds /e pic.twitter.com/Ef2poBkz20
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo a la prensa el miércoles que la policía había respondido de forma "justificada" a las manifestaciones ilegales.
Antes de las protestas del martes por la noche hubo dos fines de semana consecutivos de movilizaciones con decenas de miles de rusos en las calles de todo el país, especialmente en regiones tradicionalmente más apáticas que las grandes ciudades como Moscú y San Petersburgo.
Las movilizaciones dieron lugar a un número récord de detenciones: 4.000 el 23 de enero y 5.700 el 31 de enero, según OVD-Info, es decir más de 10.000 desde el inicio del movimiento.
"Las autoridades han dado un paso adelante al encarcelar a Navalni. La etapa en la que lo contenían, lo controlaban, ha terminado. Ahora podrían tener como objetivo la destrucción de su organización", dice Alexander Baunov, del Centro Carnegie de Moscú.